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por favor despierta a tu madre y tus hermanos, porque mi hermano debe estar a punto
de llegar.
Bhima dijo:
—¡Nunca!, están durmiendo apaciblemente y no quiero despertarles de un modo
violento. En cuanto a tu hermano déjalo de mi cuenta. No soy un cobarde, soy más
fuerte de lo que te crees; mi fuerza es inmensa. Yo me puedo encargar de tu hermano.
Cerca de donde estaban escucharon un fuerte ruido. Hidimba esperaba a su hermana
desde hacía largo tiempo y como no venía quiso saber la causa de su demora y ahora se
dirigía hacia aquel lugar, esa era la causa del ruido. Hidimbi estaba muy inquieta y le
dijo a Bhima:
—Todavía estamos a tiempo, mi hermano está ya muy cerca, aún puedo llevaros
conmigo lejos de aquí; por favor hazme caso. Bhima le sonrió y le dijo:
—No te inquietes, tu hermano hoy va a encontrar un rival de su talla. Estoy contento
de poder librar este bosque de semejante peste. Fíjate en mis brazos; son lo suficiente-
mente fuertes como para exprimir la vida fuera del cuerpo de tu hermano.
Lágrimas brotaron de los ojos de Hidimbi y le dijo:
—Mi señor, me he enamorado de ti hasta tal punto que ya no quiero perderte. Tan
sólo temo por tu vida. Esperaré aquí, viendo cómo matas a mi hermano, y espero que
luego me tomes por esposa.
Bhima no respondió, tan sólo le sonrió.
Hidimba se había acercado ya hasta el punto de poder escuchar lo que su hermana
estaba diciendo. Sus ojos estaban rojos de ira y le gritó:
—Esta es la forma como traes comida a tu hermano. Te voy a castigar. Primero mataré
a este hombre que ha cometido la imprudencia de pensar que es un rival de mi talla y
luego me ocuparé de ti. Haré que te encuentres con él en la morada de la muerte.
Luego se acercó a Bhima y éste, sonriéndole, le dijo:
—Por favor, no hagas tanto ruido que puedes despertar a mis hermanos y a mi
querida madre. Están muy cansados, así que no te atrevas a despertarlos. En cuanto a lo
que has dicho de tu hermana, eso ya es suficiente para que te mate. Voy a liberar a este
bosque de un monstruo como tú que no ha hecho más que amedrentar a sus habitantes.
Ambos comenzaron a luchar como dos jabalíes furiosos. Hidimbi les observaba con
una expresión de asombro en sus ojos al ver el poder de Bhima. El ruido de la lucha hizo
que se despertaran los hermanos y la madre de éste, apareciendo ante sus ojos la escena
de Bhima luchando contra un rakshasa. Sentada a un lado, vieron a una hermosa mujer
que miraba a Bhima con ojos de enamorada. Kunti se le acercó y suavemente le dijo: