Page 121 - Mahabharata
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1. El comienzo 101
Después de siete meses Vyasa vino a verles para reconfortarles en medio de las
dificultades que estaban pasando. Y hablando de Hidimbi les dijo:
—Esta bella mujer dará a Bhima un hijo muy valiente. Su fama se extenderá por todo
el mundo debido a su valor y audacia. —Luego mirando a Kunti añadió—: La esposa
de tu hijo, de ahora en adelante, se llamará Kamalamalini y cuando dé a luz a su hijo,
comenzaréis a hacer los preparativos para reemprender de nuevo la marcha rumbo a la
ciudad de Ekachakra. Tendréis que vestiros con cortezas de árboles y pieles de ciervos
para emprender vuestro camino como ermitaños. No os preocupéis por las dificultades
que estáis pasando ahora, tus hijos han nacido para gobernar el mundo. Esta situación
no es más que una nube pasajera, el Dharma triunfará al final. Tened paciencia y no
desfallezcáis, nosotros estamos aquí para cuidaros. —Y luego Vyasa se fue.
Y siete meses pasaron como si hubieran sido tan sólo siete días. Por fin nació el hijo
de Bhima, al que le dieron el nombre de Ghatotkacha. Inmediatamente se convirtió en
el favorito de todos sus tíos y en especial de Yudhishthira, el cual amaba mucho a su
sobrino. Se pasaba horas jugando con el niño. Con su nacimiento llegó el momento de la
partida. Bhima tranquilizó a su esposa, que no cesaba de llorar, diciéndole:
—Seca tus lágrimas, ahora tienes contigo a nuestro hijo. Cuida mucho de él, pues
en él me verás a mí. Cuando quiera estar contigo pensaré en ti y tú habrás de venir
inmediatamente con la rapidez del pensamiento. Pero ahora, tenemos que irnos.
Hidimbi se despidió de ellos con lágrimas en los ojos, se sentía muy infeliz. Y
cogiendo a su hijo en los brazos, regresó con pasos apesadumbrados hacia la casa donde
había pasado momentos tan dulces en compañía de su amado. Ahora lo único que le
quedaba por compañía era su hijo y aquellos recuerdos.
Vestidos con cortezas de árboles, pieles de animales y con el pelo revuelto, los
pandavas se dirigían a la ciudad de Ekachakra. No sabían qué les iba a deparar el
futuro, pero no podían dudar de las palabras de sus mayores. Vyasa les había pedido que
fueran a Ekachakra; y eso ya era suficiente para ellos; tenían que obedecerle. Yudhishthira
había decidido en su juventud no decir jamás no, siempre obediente a sus mayores. Vyasa
era su abuelo y sabía muy bien qué era lo más conveniente. Preocupados por su incierto
futuro pero con un extraño sentimiento de paz en sus mentes, los pandavas y su madre
se dirigían a la desconocida ciudad de Ekachakra.
Capítulo XXXII
BHIMA MATA AL RAKSHASA DE EKACHAKRA
ESPUÉS de atravesar muchos riachuelos y paisajes hermosos, los pandavas llegaron
D por fin a Ekachakra. Se alojaron en la casa de un brahmín que les había acogido y