Page 125 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                           105


                   Yudhishthira se sintió avergonzado por las duras palabras que le había dirigido a su
               madre, le pidió perdón y se dirigió luego al brahmín para decirle:

                   —Mi madre me ha contado la difícil situación en la que te encuentras. Estoy feliz de
               saber que podemos ayudarte. No te preocupes por mi hermano, es muy fuerte y con
               toda seguridad aniquilará a ese vil rakshasa.
                   Al día siguiente, por la mañana temprano, la esposa del brahmín ya había acabado
               de cocinar todos los alimentos para la ofrenda y llamó a Bhima. La carreta estaba repleta
               de comida. Bhima se despidió de todos y se fue hacia la cueva de la montaña tirando él
               mismo de la carreta. Muy pronto llegó a la cima de la montaña y ya se disponía a llamar
               al rakshasa, cuando se detuvo y recapacitó así:

                   —Un momento, esta comida se supone que es para el rakshasa, pero si lo voy a matar
               de qué le va a servir. Mejor me la como antes de matarle porque luego con las manos
               sucias no podré comérmela, lo cual sería trágico.
                   Así pues, detuvo la carreta debajo de la sombra de un árbol y se dispuso a comer.
               Estaba saboreando el suculento banquete convenciéndose de que su madre tenía razón al
               decirle que la esposa del brahmín era una excelente cocinera. Cuando ya estaba acabando
               de comer llamó al rakshasa con un grito. Baka le oyó y acudió rápidamente al lugar de
               donde provenía el grito. Y para su asombro vio que el joven brahmín se había comido
               toda la comida que le pertenecía a él; entonces, acercándose, le dijo:

                   —¿Quién eres tú?. ¿Cómo te atreves a comerte la comida que me pertenece?.
                   Bhima le sonreía como si no le hubiera oído y seguía comiendo lo poco que quedaba.
               Para Baka esto ya fue demasiado. De un tirón arrancó el tronco de un árbol y se lo
               arrojó a Bhima. Éste ni se inmutó; con su mano izquierda desvió la trayectoria del tronco
               mientras que con la derecha seguía comiendo y limpiándose la boca con el antebrazo.
               Luego miró a Baka y le dijo:
                   —Has estado viviendo en esta ciudad durante demasiado tiempo, tu cuerpo ha
               engordado mucho y creo que ya es tiempo de que abandones este mundo. Te ayudaré a
               alcanzar la morada de Yama. Quiero liberar a esta ciudad de ti y de tu despótica crueldad.
               Venga, prepárate a luchar conmigo.

                   Y ambos se enzarzaron en una lucha que duró mucho tiempo. Baka era muy fuerte
               pero no lo suficiente para derrotar a Bhima. Finalmente Bhima cogió a Baka entre sus
               brazos y apoyándolo en sus rodillas lo rompió en dos como un elefante rompe a una
               caña de azúcar. Con un terrible grito de dolor el rakshasa cayó al suelo muerto. Viendo a
               Baka muerto, sus aterrados compinches se acercaron a Bhima pidiéndole clemencia. Él
               les dijo:
                   —Si prometéis no molestar más a la gente de la ciudad os dejaré ir. Si no, sufriréis la
               misma suerte que vuestro amigo.
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