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Capítulo XXVII
RECIBIMIENTO EN VARANAVATA
OS pandavas llegaron a Varanavata, la ciudad que se había hecho inmortal porque
L Harischandra, que pertenecía a la raza solar, había vivido allí durante sus días de
tribulaciones. La ciudad estaba engalanada y las gentes les dieron la bienvenida con gran
alegría y entusiasmo. Los jefes de la ciudad ofrecieron su hospitalidad a los príncipes,
albergándolos en sus mansiones. Dos días más tarde, Purochana se dirigió a Yudhishthira
y le pidió con gran humildad que se alojase en el palacio recién construido. Le explicó
que la casa había sido construida para ellos por orden de Dhritarashtra con la intención
de albergarles con todo el confort necesario durante su estancia en Varanavata. Y los
pandavas se fueron a vivir a dicha mansión, lo cual puso muy contento a Purochana.
Alrededor de todo el palacio había una zanja profunda, Purochana les explicó que la
habían hecho para protegerles de posibles intrusos. En realidad la intención era que los
pandavas no pudieran escapar una vez que la casa estuviera en llamas.
Una vez que se quedaron solos, Yudhishthira llamó a Bhima y le dijo:
—Bhima ¿Has notado este extraño olor penetrante que hay por toda la casa?, huele
como a cera. Esta casa ardería como una pira si se prendiese fuego. Nos la han constru-
ido nuestros queridos parientes que tanto nos aprecian: Los kurus han debido haber
planeado que esta casa arda con nosotros dentro. Este es el peligro del que Vidura quería
prevenirme cuando me dijo que estuviese alerta, me dijo que el fuego era un arma más
terrible que la espada e incluso que la flecha. Él ya debía saber que existía este complot.
Bhima estaba muy enfadado, le dijo:
—Si esta casa va a arder, vámonos de aquí inmediatamente. Alojémonos en la man-
sión del gobernante donde vivíamos hasta ahora. Si permanecemos aquí quedaremos
atrapados como ratas. Estoy seguro que Purochana le prenderá fuego a esta casa inmedi-
atamente.
Yudhishthira le sonrió y le dijo:
—No nos precipitemos, tengo el presentimiento de que eso no va a suceder hasta
más adelante porque si no sería muy evidente que los kurus serían los responsables del
incendio, antes de hacerlo dejarán pasar un tiempo. Pero yo tengo total confianza en
nuestro tío Vidura, él ya habrá pensado la forma de salvarnos. Vamos a jugar también
nuestra parte, esperemos en esta casa y veamos qué es lo que sucede.
Pero Bhima insistía:
—Hermano, no olvides que nuestros primos nos odian a muerte y no van a reparar
en lo que opinen los demás. No quiero permanecer inactivo, si me lo permites les mataré
con mis propias manos, no necesito armas.