Page 107 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            87


                   El rey permaneció allí sentado durante mucho tiempo dando vueltas en su cabeza
               a estos malignos pensamientos. Conocía a su hijo y sabía que iba a planear algo para

               que los pandavas no regresasen jamás, pero no se atrevió a decírselo y este silencio fue
               para Duryodhana como una aprobación. A Dhritarashtra ya sólo le cabía esperar que
               el complot diese resultado con la ayuda de sus truhanes. Sus celos por los hijos de su
               difunto hermano ya habían crecido hasta hacerse tan violentos como los de Duryodhana.
               La única diferencia era que él sabía cómo ocultarlo y su hijo no.
                   Así pues, Dhritarashtra mandó llamar a un hombre llamado Kanika. Era un amigo
               de Sakuni experto en todo tipo de trapisondas y engaños. El rey le pidió consejo acerca
               de cómo poner en marcha el plan, a lo que Kanika respondió que la única forma de traer
               la paz a la mente del rey y de su hijo era deshacerse de los pandavas.
                   —Pero recuerda —le dijo—, has de aprender a ser hipócrita. Tienes que simular que
               les aprecias al mismo tiempo que buscas los medios para destruirlos, ya que la única
               cura posible es matarlos. Nunca estaremos seguros si el enemigo vive, pues siempre será
               una amenaza. Los árboles se talan mejor cuando son jóvenes que cuando han crecido.
               Los pandavas se están haciendo cada día más fuertes; mejor es que te protejas a ti y a tus
               hijos. Acabo de decirte claramente qué es lo que hay que hacer. —Después de haberle
               dado su consejo al rey, Kanika se fue.


                                                       Capítulo XXVI
                                   DHRITARASHTRA ENVÍA A LOS PANDAVAS
                                                    A VARANAVATA


               D     ESPUÉS de unos días el rey mandó llamar a Yudhishthira y le dijo:
                        —He oído decir que la ciudad de Varanavata es muy hermosa. ¿Por qué no
               os vais todos los hermanos a pasar una temporada allí en compañía de vuestra madre?
               Divertiros allí durante un año y después si queréis podéis volver a Hastinapura. ¿Qué te
               parece?
                   Dhritarashtra pensaba que el príncipe en su inocencia no vería la razón que le mo-
               tivaba a hacerle aquella sugerencia tan inusual. Yudhishthira sin embargo notó que algo

               había detrás de aquello. Pero a pesar de su desconfianza también se daba cuenta que no
               podía hacer nada y le contestó:
                   —Complaceré tu deseo. —Más tarde comentó el hecho con Bhishma, Drona, Vidura
               y otros, les dijo:
                   —Mi tío me ha pedido que me vaya junto con mis hermanos y mi madre a la ciudad
               de Varanavata a pasar allí unos meses. Por favor bendecidnos y rogad por nuestro
               bien. —Luego, dirigiéndose a Bhishma, le dijo—: Tú, siendo nuestro abuelo, conoces
               bien el afecto que nuestro tío siente por nosotros. Quiere que pasemos una temporada
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