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—Hijo mío, no te apenes. Yudhishthira, al igual que su padre Pandu, se ha ganado la
admiración y aprobación de los súbditos del reino con su natural dulzura y gentileza. Si
algo le sucediera recaerían las culpas sobre nosotros. Los pandavas son muy populares y
Bhishma, Drona, Kripa y Vidura están de su parte. No podemos ponernos en contra de
ellos. Estas son las razones por las que designé a Yudhishthira como heredero al trono.
—Padre —dijo Duryodhana—, déjame decirte algo: Bhishma no merece nuestra
consideración. Se ha mantenido indiferente hacia nosotros desde que llegaron nuestros
primos. Nunca ha tomado partido por uno u otro bando. Cuando Bhima solía mo-
lestarnos y hacernos daño, el abuelo Bhishma permanecía indiferente ignorando lo que
ante él sucedía. Del mismo modo, cuando intenté matar a Bhima él mantuvo la misma
actitud indiferente frente al hecho. Tengo el sentimiento de que ya no le importa nada de
lo que aquí sucede. En ocasiones le he visto pasearse por los jardines del palacio cerca de
las orillas del Ganges como completamente ausente y ensimismado, sin interés alguno
por lo que aquí está pasando. Incluso una vez le sorprendí llorando y le pregunté qué le
pasaba. Y secándose las lágrimas me puso el brazo por encima y me dijo: « Nada, hijo
mío, nada. Es sólo que estoy cansado; muy, muy cansado ». « Entonces, ¿por qué no te
vas a descansar por un tiempo? » le dije yo, y los ojos del abuelo se humedecieron. Me
dijo: « No, hijo mío, yo no puedo descansar; no debo hacerlo. » Luego me pidió que me
fuese a jugar y antes de irme me dijo: « No te preocupes por mi descanso, no tardará
mucho en llegar. » Esto sucedió hace ya algunos años. Para mí es completamente obvio
que nuestro abuelo no tiene ningún interés en lo concerniente a nosotros. En su corazón
guarda secretamente alguna pena, y ya no le importa lo que hagamos. Aswatthama
es muy amigo mío, su afecto por mí le hace estar de mi parte y me será fiel. Esto hará
que Drona se ponga de mi parte también, porque ningún padre se opondría a su hijo.
Y una vez que Aswatthama y Drona estén de mi parte, Kripa naturalmente se unirá a
ellos, con lo que ya sólo queda Vidura. Éste ya es más difícil porque ama mucho a los
pandavas; incluso te abandonaría si llegase el momento de elegir entre ellos y tú. Pero,
¿qué puede hacer un hombre nacido en una casta inferior? Sólo puede darte discursos
sobre el Dharma. No importa, dejémosle que se vaya con ellos. Padre, tengo un plan:
si valiéndote de cualquier excusa pudieses enviar a los pandavas junto con su madre
a algún lugar lejos de esta ciudad, por ejemplo Varanavata, yo, mientras, trataría de
ganarme el amor y el aprecio de los súbditos del reino. Después de un año la gente ya
se habría olvidado de Yudhishthira. De esta forma cuando los pandavas regresaran, si
regresasen, se encontrarían con que sus días de gloria se habían acabado. Por favor, haz
eso por mí. Envíales lejos. Si de verdad me amas sácame esta aguda flecha que se me
ha clavado en el corazón, matando mi alegría y robando de mi mente la paz. Hace ya
muchísimo tiempo que no encuentro descanso. Por favor, envía a los pandavas junto con
su madre a Varanavata y yo me ocuparé del resto. —Y diciendo esto, Duryodhana se fue.