Page 101 - Mahabharata
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1. El comienzo 81
contemplándolo como su dios protector. Ver esta escena fue para Kunti como clavársele
una aguja en el corazón. De sus ojos brotaron lágrimas amargas.
Duryodhana saltó de nuevo de su asiento con el aspecto de un elefante furioso
queriendo pisotear un lago lleno de flores de loto. Como una cobra escupiendo veneno
se dirigió a Bhima y le dijo:
—Bhima, eres un príncipe y perteneces a la casa real, pero las palabras que has
dicho no son propias de un príncipe. El valor, como ya dije antes, no es una herencia
exclusiva de los kshatryas, pues para los héroes igual que para los ríos, el origen no
tiene importancia. Piensa en el nacimiento de muchos grandes hombres. Piensa en el
nacimiento de nuestros maestros Drona y Kripa. Piensa en el nacimiento de tu padre y el
mío y también en el de nuestro tío Vidura. Pensad en vosotros mismos los pandavas,
todo el mundo sabe que sois hijos de una misma madre pero no de un mismo padre. Sois
hijos de una madre que consideró apropiado tener tres amantes. Así que no digas más
insensateces acerca de este hombre. Lástima me da tu falta de entendimiento. Él tiene
todas las cualidades necesarias para un kshatrya, o es que acaso no entiendes que un
tigre jamás puede nacer de un ciervo manso. ¿Acaso no sientes que este hombre es un
kshatrya? Le he hecho el rey de Anga, pero sé que merece ser el señor de la tierra entera.
Ha nacido para ser grande, pero tú no tienes suficiente humildad para reconocerlo. No
me importa quién es ni de dónde viene; es un héroe y vivirá junto a los héroes. Ahora
pídele a tu amado Arjuna que pelee con él si se atreve.
Las palabras de Duryodhana robaron un aplauso clamoroso de todos los allí reunidos.
El Sol complacido quizá por todos los honores acumulados por su hijo, se inclinó lenta-
mente cayendo sobre el horizonte, como satisfecho ya por aquella jornada y retiró sus
rayos ocultándose tras las montañas. En seguida la oscuridad se extendió cubriendo
el lugar obligando así a que el duelo fuera cancelado y la muchedumbre se dispersase,
poniendo fin así a aquella dramática situación. Mientras la gente se iba marchando no se
oía hablar de otra cosa que del nuevo héroe y del príncipe Duryodhana. Las hazañas
de Arjuna se perdieron en el olvido; para él el gran torneo había supuesto un rotundo
fracaso.
La oscuridad de la noche cayó sobre la ciudad envolviéndolo todo. Pero a la luz de
las antorchas podía verse a dos amigos andando juntos delante de la muchedumbre:
Duryodhana y Radheya. Bhishma por su parte aún sonreía divertido. Drona sin embargo
iba de capa caída caminando detrás de todos. Vidura parecía triste y muy serio. Para
Yudhishthira la aparición de Radheya fue como la de un cometa amenazador surcando
el cielo, pues se dio cuenta de que no había nadie que pudiera igualar al nuevo héroe en
su grandeza y en su habilidad con el arco. Y esto le preocupaba a Yudhishthira, pues
hasta entonces se había sentido seguro sabiendo que con la fuerza de Bhima y el poder
de Arjuna, los pandavas eran superiores a los kurus, pero ahora con la nueva alianza esa