Page 235 - Mahabharata
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3. En el bosque 215
—Este lugar es inaccesible para la gente, es sólo apropiado para las almas benignas
que han renunciado al mundo. Sin embargo, tú pareces un guerrero, llevas una armadura
y tienes arco y flechas, éste no es lugar para tu coraza y tus armas. Aquí la gente se
somete a sí misma y no a otros, aquí buscamos la paz y no la guerra. Por favor, deshazte
de esas cosas y descansa en paz.
Arjuna no estaba dispuesto a renunciar a sus armas. El asceta trató de amenazarle,
pero Arjuna permanecía quieto. Entonces el asceta se le reveló. Era Indra, el cual le
preguntó qué quería. Arjuna cayó a sus pies y le contó la visita de Vyasa y su consejo.
Luego siguió diciendo:
—Mi señor, no quiero ir a Indraloka, tus dominios, ni quiero los placeres que se les
conceden a los que te ven una vez. He dejado a mis hermanos y a Draupadi en el bosque
y he venido en busca de una sola cosa: pericia en los divinos astras. Sólo un pensamiento
ocupa mi mente: la guerra que va a tener lugar muy pronto. Tenemos que prepararnos
para luchar, mi señor; tú una vez me dijiste que me darías tus astras cuando llegara
el momento oportuno. ¿Crees que todavía no ha llegado el momento? Tenemos que
vengarnos del pecador Duryodhana, por favor, ayúdanos.
Indra tomó la mano de su hijo entre las suyas y le dijo:
—No te preocupes, hijo mío, te daré todos mis astras. Pero antes que nada debes
ver al Señor Sankara en persona. Debes realizar aquí tus penitencias y cuando se sienta
complacido contigo, se te revelará y te dará su Pasupata. Regresaré después de que esto
ocurra. Después de pronunciar estas palabras, Indra desapareció.
Arjuna estaba concentrado en una sola cosa: la aparición de Sankara. Absorto en ello,
se había olvidado del mundo, y así permaneció sin percibir el paso del tiempo. Estaba
tan dedicado a sus penitencias que se negó a sí mismo incluso hasta las necesidades
primarias.
Sankara conocía el deseo de su corazón y pensó que había llegado el momento de
recompensar a Arjuna por su devoción. Tomó la forma de un cazador con arco y flechas
en la mano y apareció con su consorte, Parvati, vestida de cazadora.
Llegaron a la montaña Indrakila, el bosque estaba en silencio cuando aparecieron.
Justo entonces, un rakshasa de nombre Muka tomó la forma de un jabalí salvaje, y
decidido a atacar a Arjuna, se abalanzó sobre él. Arjuna levantó el Gandiva en su mano
y dijo:
Estás perturbando mis penitencias y parece que deseas enviarme a la morada de
Yama, pero yo te mandaré a ti en mi lugar.
Puso una flecha en el arco y ya se disponía a disparar al jabalí, cuando Sankara,
disfrazado de cazador, apareció y le dijo: