Page 231 - Mahabharata
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3. En el bosque                                                                          211


               debemos enfrentarnos a los hechos. Este no es el momento de mostrar mi furia. No
               deberías enfadarte conmigo por estas palabras.

                   Lo que Draupadi escuchó no logró apaciguarla; era la furia personificada, y le dijo:
                   —Veo que el destino se impone por encima de todo. Aquí estoy tratando de hacerte
               ver el estado de tu esposa y de tus hermanos, y tú me hablas de la grandeza del Dharma.
               Veo que tu Dharma es estar sentado con los rishis y escuchar sus charlas sobre el mundo
               del más allá. Tú eres más feliz con ellos que con tu propia gente.

                   »Estás dispuesto a darlo todo por tu Dharma. Comparándonos con tu Dharma, parece
               que todos significamos poco para ti. Renunciarías incluso a Bhima, Arjuna, Shadeva y
               Nakula, y, por supuesto, a mí, si fuese una cuestión de Dharma. Tu locura por el Dharma
               es mayor que tu amor por nosotros. ¿Qué es esa paciencia de la que hablas? Yo no la he
               conocido nunca. Es algo extraño para mí.

                   Yudhisthira sonrió y le dijo:
                   —La paciencia es una mujer voluntariosa que acoge a algunas personas en su morada.
               Tú no has sido favorecida por ella; puedo verlo. Ella parece creer que la única persona
               merecedora de sus favores es Yudhisthira. No ha elegido a Duryodhana, ni a ninguno de
               vosotros tampoco. Me ha elegido a mí: me ha otorgado ese honor y no puedo contrariarla
               demostrándole que no soy merecedor de tal honra.
                   Durante un rato permanecieron en silencio. Bhima. que les había estado oyendo
               hablar, se les acercó. Estaba tan enfadado como Draupadi. Dijo:

                   —Hermano, ¿qué utilidad tiene hablar del Dharma? Fíjate a dónde nos ha llevado.
               Nunca nos hemos desviado del camino de la verdad. ¿Y qué es lo que obtenemos? Se nos
               hace pasar trece años como animales. Y ¿qué dices de los kurus? ¿Acaso conquistaron
               nuestro reino luchando a campo abierto? ¿Nos desafiaron y tomaron nuestro reino
               después de habernos vencido? No. Ellos se las apañaron con un juego de dados. Se
               aprovecharon de tu pasión por el juego y la utilizaron para servir a su propósito. Es-
               tábamos sometidos como una serpiente encantada: tus palabras nos detuvieron. Fuimos
               forzados a permanecer en silencio. Arjuna con su gandiva a su alcance y yo con mis dos
               poderosas manos; tuvimos que permanecer pasivos porque tú no nos dejaste matar a
               esos hombres. El reino te fue arrebatado ante nuestros propios ojos. No pudimos hablar
               ni una sola palabra porque teníamos miedo de herirte. ¡No pudimos hacer nada mientras
               esos bestias maltrataban a Draupadi! ¿Por qué?, por ti. Tú estabas callado y nosotros
               tuvimos también que quedarnos callados. Y ahora, ¡fíjate a dónde nos ha llevado tu
               devoción al Dharma! Y ¿qué me dices del Adharma? El Adharma ha ganado un reino
               para ellos, un reino sobre el cual no tienen derecho. Les ha traído a ellos riquezas que
               no ganaron; paz y comodidad que no merecen. Si hubieran ganado el reino de forma
               justa, entonces tus palabras sobre la paciencia hubieran sido correctas. Pero hermano, ¡te
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