Page 275 - Mahabharata
P. 275
3. En el bosque 255
vencieron fácilmente. Bhima, no satisfecho con eso, corrió hacia él y le agarró del pelo,
le arrojó al suelo y le pateó la cabeza. Jayadratha perdió la conciencia. Arjuna con gran
dificultad separó a Bhima del cuerpo inconsciente del rey. Bhima le desfiguró, cortándole
el pelo de una forma grotesca y luego, observando que había vuelto en sí, le dijo:
—Tú, miserable gusano, ¿te sorprende estar todavía vivo? Si se te ha dejado vivir no
ha sido por mí, yo te hubiera matado. Se lo debes a mi hermano Yudhisthira, que quiere
mucho a tu madre Gandhari, y a Arjuna, que no le gusta rematar a un enemigo caído. Yo
no hubiera dudado en matarte. Te llevaré ante mi hermano y que él haga lo que quiera
contigo.
Los dos hermanos llevaron al prisionero al ashram. Yudhisthira sintió pena de
Jayadratha y pidió a Bhima que le soltara. Jayadratha se fue con la cabeza baja, pues
había sido amargamente insultado por los pandavas, lo cual se convirtió en una obsesión
para él. No quería volver a su reino. Allí, en las orillas del río Ganges, Jayadratha practicó
austeridades. Quería agradar a Sankara. Y allí permaneció durante muchos días.
Sankara, complacido con sus penitencias, se le apareció y le preguntó qué quería.
Jayadratha le dijo:
—Quiero derrotar a los pandavas en la guerra.
Sankara le contestó:
—Eso no puede ser. Me es imposible concederte ese don. Los pandavas no pueden ser
vencidos, ni pueden morir, ni siquiera aunque yo luchara contra ellos. Son invencibles,
porque están protegidos por Krishna, la encarnación del mismo Señor Vishnu. Sin
embargo, si te encuentras con los pandavas sin Arjuna y Krishna, por esa vez, te doy el
poder de vencerlos. No te puedo garantizar más que eso.
Jayadratha estaba feliz por esta oportunidad.
Pocos días después del incidente de Jayadratha, el sabio Markandeya fue al bosque
de Kamyaka para encontrarse con los pandavas, fue un gran alivio para el lastimado
corazón de Yudhisthira, consolándolo con sus historias y consejos. Una vez le dijo que no
era el único rey desafortunado. Ya le había contado la historia de Nala, el rey de Nishada
y ahora le contó la historia del Ramayana y la historia de Savitri que pudo burlar a Yama,
el dios de la muerte, por su inteligencia y por la devoción de su esposo. Markandeya
estaba lleno de sabiduría y sabía cuan infeliz era Yudhisthira; ayudó a soportar el último
año de su exilio al pobre y desafortunado Yudhisthira, el cual padecía continuamente
consumiéndose en el fuego de su autoreproche.
Para los pandavas el último año del exilio les pareció más largo que todos los otros
once juntos. Este tiempo de espera fue insoportable. Un año y unos meses más y luego
podrían matar a los hijos de Dhritarashtra y al odioso Radheya. La preocupación de
Yudhisthira por Radheya crecía día a día. Pasaba las noches sin dormir, pensando