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los arreglos para la construcción de la sala. También debes conquistar a los reyes que
quieran desafiarte antes de realizar el Rajasuya.
Duryodhana accedió a todas las condiciones que se le impusieron.
Radheya partió a sus conquistas y el resto de los preparativos marchaban a una
gran velocidad para tener todo listo antes de que volviera. Todo estaba a punto cuando
se mandaron mensajeros a todos los reyes invitándoles al Rajasuya que iba a realizar
Duryodhana, el rey de los kurus. Dussasana mandó un mensajero a Dwaitavana con el
siguiente mensaje:
—Ve a los pandavas e invítales a todos a la función. El sirviente se dirigió a los
pandavas y les dijo:
—Duryodhana, el rey de los kurus, va a realizar el Rajasuya y todo el mundo ha sido
invitado para que asista. Dhritarashtra y su hijo me han enviado para que os invite a
todos a Hastinapura.
Yudhisthira le escuchó y le dijo:
—Me siento muy feliz de que Duryodhana pueda realizar el Rajasuya y hubiéramos
aceptado la invitación si estuviéramos libres de hacerlo, pero no podemos entrar en la
ciudad de Hastinapura hasta que hayan pasado los trece años.
Bhima dijo:
—Cuando acaben los trece años, entraremos en la ciudad y entonces haremos un
yajna, en el que tu rey y sus malvados secuaces serán las víctimas del sacrificio. Puedes
llevarle este mensaje al rey.
El mensajero regresó y les contó lo sucedido en Dwaitavana.
Duryodhana realizó el Rajasuya con gran pompa y esplendor, contando con la asisten-
cia de muchos reyes. Muchos de ellos eran los amigos de los kurus y los otros habían sido
conquistados en la campaña por Radheya. Había mucha alegría en el corazón de todos
y Dhritarashtra se sentía feliz de que su hijo hubiera realizado el Rajasuya. Algunos lo
compararon con el Rajasuya de Yudhisthira y dijeron: « Este no es tan maravilloso como
el Rajasuya de Indraprastha, su grandeza no es ni una fracción de aquel. El Rajasuya de
Yudhisthira fue más impresionante. » Pero, en general, los comentarios fueron de que era
un gran acto y eso era lo que le decían al rey Dhritarashtra y a Duryodhana.
Cuando todo había acabado, Duryodhana, saludando con todo respeto a sus mayores,
se retiró y volvió a la sala del consejo. Abrazó a Radheya y le dijo:
—Radheya, gracias a ti he podido realizar el Rajasuya, también con tu ayuda podré
liberar al mundo de los pandavas y gobernar este mundo sin ningún rival.
Radheya le dijo:
—Ya te lo he dicho muchas veces, mi señor, pero lo repetiré una vez más para
complacerte. Te juro que mataré a Arjuna en la guerra: que pierda el afecto de tu corazón