Page 268 - Mahabharata
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               fueran capturados por ti, después de haber solicitado nuestra ayuda. Esta gente puede ir
               a donde quiera, quedan libres de su cautiverio.

                   Chitrasena regresó a sus dominios. Yudhisthira miró a Duryodhana con nobleza y
               compasión, sin resentimiento ni odio alguno. Se dirigió a él diciéndole:
                   —Duryodhana, no vuelvas a hacer una estupidez como ésta. El rencor nunca trae la
               felicidad. Ahora regresa a tu reino, espero que te vaya bien.
                   Con la cabeza agachada y la mirada en el suelo, debido a la gran humillación que
               sentía, Duryodhana abandonó la presencia de Yudhisthira y se fue.


                                                        Capítulo XIX
                            DURYODHANA ABDICA Y DECIDE QUITARSE LA VIDA


                     URYODHANA se dirigió hacia la ciudad con su ejército y cuando había recorrido
               D parte del camino, se separó del ejército tras darles órdenes de que regresaran a
               Hastinapura. Él se dirigió a un lugar solitario y cansado de todo, se sentó en alguna
               parte, inmerso en los más tristes pensamientos, sin apreciar siquiera cómo pasaba el
               tiempo. Su rostro reflejaba tristeza, parecía la Luna eclipsada por Rahu. Ya no sabía
               cuánto tiempo había pasado, cuando de repente oyó la voz de Radheya detrás de él que
               le decía:
                   —Es una suerte que hayas podido derrotar al ejército del gandharva. Nunca pensé
               que nos volviéramos a encontrar, yo no pude hacer frente a la avalancha de flechas que
               se precipitó sobre mí. Luché todo lo que pude, pero él era demasiado poderoso y se
               valía de las tácticas de maya, por lo que tuve que abandonar el campo de batalla; no
               pude hacer nada. No hay nadie como tú, has hecho lo que yo no pude hacer y les has
               mandado de regreso a sus dominios; te felicito, mi señor.

                   El desafortunado Duryodhana no soportó oír ni una palabra más. De sus ojos
               brotaban lágrimas y hablaba furioso de dolor. Le dijo a su amigo:
                   —Veo que no sabes lo que ha sucedido, y que crees que derroté al ejército del gand-
               harva. Pero ni yo, ni mi tío, ni mis hermanos pudimos hacerle frente, fue una completa
               derrota. —Duryodhana contó a Radheya todo lo ocurrido; le contó lo que Arjuna le dijo
               al gandharva: « Debes liberar a nuestro Duryodhana y a sus mujeres », luego continuó—
               : Este gandharva es un amigo de Arjuna. Su nombre es Chitrasena y conocía todos
               nuestros planes, les dijo el motivo por el que fuimos a Dwaitavana. Me sentí muy
               avergonzado. Parece que Indra mandó a este gandharva para castigarme. Cuando le
               oí contarles a los pandavas la razón por la que fuimos allí, me sentí tan avergonzado
               que pedí que la tierra se partiera en dos y me tragara. Luego nos llevaron a la presencia
               de Yudhisthira y dejaron en sus manos la decisión de qué debería hacerse con nosotros.
               Radheya, ¿conoces algo más humillante que esto? Estar allí, delante del hombre al que
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