Page 311 - Mahabharata
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                                                        Capítulo IX
                                        KICHAKA ULTRAJA A SAIRANDHRI


                   UDESHNA esperó durante un día o dos; para entonces, oyó que su hermano es-
               S taba casi enfermo y que se hallaba en la cama. Estaba sufriendo por su amor no
               correspondido. La reina mandó a buscar a Sairandhri y le dijo:

                   —He oído que mi hermano Kichaka ha traído algunos vinos especiales. Me siento
               sedienta; por favor, ve a su palacio inmediatamente y tráeme algún vino de mi hermano.
                   Draupadi estaba atónita, ella no hubiera soñado que también la reina se volviera
               partidaria de los planes de Kichaka. Se le escapó un cálido suspiro, y le dijo:

                   —Mi reina, por favor, no me mandes allí. Tu hermano tiene malas intenciones hacia
               mí; ya me ha molestado con sus acosos, no quiero ir a su casa. Vine a ti pidiéndote ayuda
               y tú me has protegido durante los últimos meses; no es correcto que lo eches todo a
               perder haciéndome ir al palacio de tu hermano. Él me forzará a que le obedezca, no iré
               allí; no tengo a nadie que me ayude excepto tú; por favor, sé buena conmigo, tú eres
               una mujer. Sé amable conmigo, soy una doncella desamparada. Por favor, envía a otra
               persona al palacio de tu hermano, pídeme que haga cualquier otra cosa, lo haré con
               agrado, pero no me hagas ir a las estancias de Kichaka; me ultrajará.

                   Sudeshna se puso furiosa con ella y le dijo:
                   —Quiero que vayas tú, no me gusta la forma en la que hablas de mi hermano. Él no
               es el tipo de persona que molesta a las mujeres, sólo estás poniendo excusas para evitar

               hacer lo que te estoy pidiendo. Él no te molestará, él sabe que se debe tratar bien a mis
               doncellas. Ve rápidamente y tráeme algo de vino, estoy sedienta.
                   Sairandhri tuvo que obedecer, cogió la vasija de oro que le dio la reina en la mano y
               caminó hacia el palacio de Kichaka.

                   Él había estado esperando su llegada y viéndola acercarse a sus aposentos, salió para
               recibirla. Le habló en un tono de voz lleno de amor y le dijo:
                   —Así que al fin has venido. Te he estado esperando desde hace mucho tiempo.
               Ven, amada mía, no es correcto que estés de pie; mira, he preparado una cama para ti,
               ven conmigo y descansa ahí, tómame por tu amante, bebamos y disfrutemos nuestro
               encuentro.

                   Draupadi le dijo:

                   —Mi señor, no vine aquí para quedarme contigo. Fui enviada por mi reina para
               llevarle algo de vino de tu palacio, por favor, apresúrate y llena esta vasija de oro.
                   Kichaka se rió a carcajadas y le dijo:
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