Page 308 - Mahabharata
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               del Rajasuya. Draupadi había buscado refugio en aquel florido jardín para derramar sus
               lágrimas en secreto, pero, de pronto, advirtió que no estaba sola. Se volvió y vio que

               Kichaka la estaba mirando. Viendo sus ojos encendidos de amor, se alejó del lugar. Él
               fue detrás de ella, la alcanzó y le dijo:
                   —¿Quién eres?, he estado en el palacio de mi hermana muy a menudo y nunca te
               he visto, me quedé sorprendido al verte. Nunca pude imaginar que una mujer pudiera
               ser tan hermosa, ¿dónde te has estado escondiendo durante todos estos días?, ¿cómo es
               que no te he visto antes?. ¿Quién eres?, ¿por qué estás sola?. Estás perdiendo el tiempo
               sirviendo en este palacio.
                   Draupadi no le miraba, miraba al suelo. Y le dijo:

                   —Soy Sairandhri, la florista de tu hermana, soy su sirvienta. Estoy aquí desde hace
               unos meses. Por favor, déjame ir.
                   Kichaka dijo:
                   —¡La florista de mi hermana! Tú eres una mujer hermosa. En el momento en que

               te vi, me convertí en tu esclavo; te estás consumiendo aquí, eres demasiado valiosa
               para ser la florista de mi orgullosa hermana. Tu belleza se está malgastando aquí en
               los aposentos de una mujer. Tu belleza me ha cautivado, me siento como un pájaro
               aturdido por el perfume de la primavera, no puedo pensar en nada más que en ti. No
               creo que debas peinar el pelo de mi hermana, no creo que yo pueda soportarlo, ella
               debiera hacerte a ti ese servicio. ¿Por qué llevas las ropas que ella desecha? ¿Por qué
               aguantas tantos insultos? Has nacido para ser una reina. Ven conmigo y sé mi reina.
               Te quiero, abandonaré a todas mis mujeres. Haré que todas ellas sean tus esclavas. Yo
               también seré tu esclavo, obedeceré tu deseo más pequeño como una orden.
                   »Trata de ser buena conmigo, ven conmigo. Has hallado un lugar en mi corazón.
               No debes quedarte aquí por más tiempo. Te tendré en mi palacio y te haré la reina de
               Virata, yo soy aquí la persona más poderosa. El rey, mi hermano político, es sólo un
               rey de nombre, él no se atrevería a decir nada, ven a mis brazos. Compláceme y no te
               arrepentirás, no te puedes imaginar cuánto te amo. Daré cualquier cosa por ti. Mi buen
               nombre, la reputación que me he ganado hasta ahora, todo eso será el incienso para este
               nuevo altar de amor. No puedo vivir sin ti; concédeme la vida. —Kichaka cayó a sus
               pies derramando lágrimas, se había vuelto como una mujer debido a la emoción. »

                   Draupadi le miró y le dijo;
                   —No es correcto que tú, un príncipe, me hables así a mí, una doncella del palacio
               de tu hermana. Estoy por debajo de ti. Tú puedes conseguir a muchas mujeres que
               serán iguales a ti en rango, nacimiento y casta. No debes hablarme así; está mal y no
               apruebo tus palabras. Un hombre sólo debería decirle esas palabras a una mujer con la
               que está casado y a ninguna otra. Yo además no estoy soltera, estoy aquí en el palacio de
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