Page 319 - Mahabharata
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4. Virata 299
Sus voces llegaron a los oídos de Bhima, quien gritando dijo:
—Estoy aquí y te he oído, yo cuidaré de ti.
Bhima se encontraba en una situación terrible. Cuando mató a Kichaka era de noche,
entonces pudo actuar en la oscuridad sin ser observado por nadie, pero ahora era pleno
día. Sin embargo, tenía que ir, saltó la valla del palacio y corrió hacia la pira funeraria
por el camino más corto. Llegó al lugar antes de que la procesión funeraria llegara allí.
Arrancó un árbol de cuajo y atacó a los upakichakas, tenía que acabar su trabajo antes
de que nadie le reconociera. Bhima luchó desesperadamente y su furia le dio nuevas
fuerzas, golpeándoles a todos. Los upakichakas no esperaban algo así, no sabían que
iban a ser atacados. Este ataque sorpresa fue demasiado para ellos y además, tenían el
sentimiento de que no estaban luchando con un mortal. Tenían miedo, así que Bhima
los mató a todos. El lugar quedó sembrado con los cuerpos de los hermanos de Kichaka.
Bhima desató las cuerdas que ataban a Draupadi y le pidió que volviera al palacio. Él
regresó a sus aposentos, se bañó y se dirigió a su trabajo como si no hubiera pasado nada.
La ciudad estaba horrorizada por los acontecimientos que habían ocurrido. Todo el
mundo miraba a Sairandhri como si fuera algo horrible. El rey le dijo a su esposa:
—Esta mujer es demasiado hermosa, todos los hombres se enamoran de ella en cuanto
la ven y luego vienen sus maridos y matan a esos desdichados.
»Tengo miedo, es demasiado peligroso tenerla en nuestro reino. Debes decirle que
no puedes tenerla aquí durante más tiempo y que tiene que buscar otro lugar donde
alojarse. »
Sudeshna fue al palacio y llamó a Draupadi. Le dijo:
—Sairandhri, puedes irte a donde quieras, eres demasiado encantadora y tenemos
miedo de tenerte con nosotros. Hechizas con la muerte a todo el mundo. Por tu culpa
he perdido a mi hermano y a mis ciento cinco hermanastros. Eres una mujer cruel y
has abusado del amor que te di; te has portado ingratamente conmigo. Te di una casa
cuando la necesitabas; ahora puedes volver con los gandharvas de los que hablas, no
puedo tenerte conmigo durante más tiempo.
—Mi reina, siento haberte causado tanta infelicidad, traté de evitar esta tragedia en
todo lo que pude. Te dije muchas veces cuáles serían las consecuencias, pero ni tú ni tu
hermano escuchasteis. Por favor, sopórtame otros trece días: sólo trece días. La maldición
por la que están sufriendo mis maridos se acabará dentro de trece días. Entonces te dejaré
y me marcharé. Te lo digo por tu bien y el del rey. Los gandharvas estarán agradecidos
al rey por su bondad y por la tuya. Sé que te es odioso verme porque querías mucho a tu
hermano y sé que nadie me quiere aquí; pero, por favor, soporta mi presencia trece días
más. Más adelante te alegrarás de haber hecho esto.
Sudeshna tuvo que acceder a la apelación de aquella mujer y le dijo: