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lluvia de flechas y lanzas que les arrojaban, así que dejaron los establos y corrieron a la
corte del rey ante quien se lamentaron diciendo:
—Mi señor, ven a ayudarnos. Han entrado enemigos en la ciudad y se han llevado
todas las vacas de los establos.
Inmediatamente después de oír esto, el rey reunió un gran ejército y fue en busca de
los ofensores. Era un ejército compuesto de elefantes, caballos, carros y soldados de a pie.
El rey también tenía a sus hermanos Satanika, Madirasma y Suryadatta para ayudarle.
Viresanka, el hijo mayor de Virata, también se preparó para ayudar a su padre. Todos
ellos, vestidos con espléndidas cotas de malla, se dirigieron a luchar contra el enemigo.
Cuando trajeron los caballos para el carro real, Yudhisthira se acercó al rey y le dijo:
—Entre mis diversas habilidades, luchar es una de ellas. Conozco el arte de la lucha,
ya sea en un carro o a la grupa de un caballo. Valala, este cocinero tuyo, es también un
gran luchador, al igual que estos dos hombres que guardan tus caballos y tus vacas. Si lo
permites, nos prepararemos para luchar contra tu enemigo y así ayudarte.
El rey, contento de contar con la ayuda de estos hombres, llamó a Satanika y le dijo:
—Consigue armas y carros para estos cuatro hombres. Kanka dice que son buenos
luchadores. Apresúrate y equípales para la lucha.
Todos estaban preparados y Yudhisthira sintió que estaba haciendo lo correcto, pues
era lo justo que correspondieran a la bondad del rey que les había dado un techo durante
los últimos meses; además, también sabía que el rey iba a necesitar de su ayuda pues
el enemigo era Susarma, el trigarta, cuya fama era grande. Yudhisthira ya había oído
hablar de él por boca de Arjuna.
El ejército dejó la ciudad y se dirigió hacia el campo de batalla. Comenzó la lucha. Los
hermanos trigarta eran unos luchadores muy poderosos. Si Kichaka hubiera estado vivo
habría derrotado a su ejército fácilmente, pero sin él, el rey se encontró con un formidable
enemigo. El campo ya estaba sembrado de soldados muertos. Fue una gran fortuna que
los cuatro pandavas se hubieran ofrecido para ayudar a Virata, pues combatían como
el fuego devorando un bosque, por dondequiera que pasaban les seguía la destrucción.
A Susarma le sorprendió que Virata estuviera ofreciendo tanta resistencia a su asalto y
estaba asombrado de la manera tan excelente en que estaba luchando el ejército de los
matsyas.
Yudhisthira se había hecho cargo de todo el ejército. Lo había dispuesto en una
falange en forma de águila. Él ocupaba la cabeza; Nakula y Shadeva guardaban las alas
y Bhima estaba en la cola. De esta forma podían atacar al enemigo muy eficazmente.
Yudhisthira aniquiló a miles de soldados. Bhima mató el doble mientras que los gemelos
eran todavía más terribles, pues el número de las víctimas de Nakula eran tres veces
más que las de Yudhisthira, y las de Shadeva eran cuatro veces más. Satanika estaba