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abatidos. Todos los kurus, devas y gandharvas serán aniquilados fácilmente. De eso
puedes estar segura. Por favor, dile a tu hermano que tome a Brihannala como su auriga.
La princesa se puso muy feliz y se apresuró a ir ante su hermano a quien dijo:
—Mi querido hermano, ya puedes prepararte para la lucha, pues he encontrado un
conductor seguro para tu carro. Sairandhri me ha dicho que nuestro maestro de danza,
Brihannala, es la persona que buscamos. Sairandhri dice que Arjuna ganó la batalla
contra Indra teniendo a Brihannala como el conductor de su carro. Apresúrate, hermano;
prepárate.
Después de oír esto, Uttarakumara llamó a Sairandhri ante su presencia, la cual le
habló de Brihannala, de quien ella prodigó mil alabanzas. El príncipe respondió:
—Brihannala no es hombre ni mujer. ¿Cómo yo, que soy un puro kshatrya, puedo
tener a una mujer como conductor de mi carro? No creo que sea lo correcto. Estaría por
debajo de mi dignidad tener a una mujer al mando de las riendas de mis caballos. Tendré
que abandonar la idea de luchar.
Sairandhri dijo:
—Quizá tengas razón, pero en una emergencia como ésta, no debes quedarte en
pequeños detalles. Tu padre ha salido a luchar y durante su ausencia ha surgido esta
emergencia. Depende de ti, que eres un verdadero kshatrya, el comportarte como un hijo
digno del padre que tienes. Estos pequeños detalles no se deben considerar en ocasiones
como ésta. Por favor, llama al auriga Brihannala para que se persone ante ti.
Uttarakumara tuvo que acceder. Su hermana permanecía de pie a su lado orgullosa
de él y de su inminente combate con el ejército kuru. Él se dio cuenta que estaba siendo
considerado como un héroe por todas las mujeres y tuvo que mantener esa imagen, así
que pidió a la princesa que llamara a Brihannala. Al rato entró Arjuna en el salón con
pasos temblorosos. Parecía como si fuera a desmayarse de timidez.
Uttarakumara le dijo:
—Sé por Sairandhri que tú fuiste el conductor del carro de Arjuna y ella dice que
tú eres el mejor de todos los aurigas. Matali el auriga de hidra, Daruka el de Krishna y
Sumantra el de Dasaratha son insignificantes si se los compara contigo. Eso es lo que dice
Sairandhri. Quiero que tú seas el conductor de mi carro pues debo ir ahora a combatir
contra las huestes del ejército kuru. Por favor, prepárate.
Arjuna sonrió tímidamente y dijo:
—Mi señor ¿qué puedo saber yo de lucha? Únicamente sé cantar y bailar. Temo que
no pueda hacer nada para ayudarte. Uttarakumara le respondió:
—Sairandhri me ha dado una versión diferente de tus habilidades. No queda tiempo
para modestias. Prepárate; debo partir inmediatamente hacia el campo de batalla.