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Arjuna, no puede ser otro. Nadie sino él tendría valor suficiente para enfrentarse solo a
todo un ejército.
Radheya, que estaba escuchando las palabras de Drona, dijo:
—En la ciudad de Virata, tuvieron que irse todos los soldados con su rey a luchar
contra Susarma. Únicamente se quedó atrás el hijo del rey. Debía estar desesperado
y tuvo que valerse de un eunuco para que condujese su carro al campo de batalla,
ciertamente admirable. Llegaron hasta donde empiezan las filas enemigas, y, viéndolas,
es evidente que el pobre chico perdió los nervios, no le culpo. Así que saltó del carro y
ahora huye tan rápido como puede. El conductor del carro está todavía más nervioso que
él. Corre tras el muchacho, e incluso más rápido, porque no quiere quedarse solo. Eso es
lo único que ocurre. No veo ninguna razón por la que deba mencionarse el nombre de
Arjuna.
Kripa dijo:
—Drona está en lo cierto. Es Arjuna. Es él quien persigue al muchacho. Le va a traer
de vuelta a la lucha. Por lo que hacen deduzco que está planeando que el muchacho sea
el conductor del carro y ser él mismo quien luche.
Duryodhana, irritado por esta charla, dijo:
—¿Qué importancia tiene que sea Arjuna o Krishna, o que sea el mismo Bhargava?
Nadie podría enfrentarse con nosotros. Incluso aunque sea alguien que tenga forma de
mujer, le atravesaré con mis flechas afiladas si osa enfrentarse conmigo.
Mientras se desarrollaba esta conversación, Arjuna corría tras Uttarakumara y por
fin le dio alcance, agarrándole de los cabellos. De nada valían las súplicas del príncipe.
Arjuna no iba a dejarle marchar y llevándole a rastras le dijo:
—No debes huir; además yo no te dejaré marchar. Si tienes miedo de luchar sé
entonces el conductor de mi carro; ponte en mi lugar y toma las riendas, yo seré quien
luche. Puedes confiar en mí, yo te cuidaré. Nadie podrá hacerte daño estando yo aquí.
Eres un kshatrya. Recuérdalo; nunca debes huir del campo de batalla.
Arjuna logró que el joven príncipe saliese un poco de su temor, logró que tomara las
riendas y él mismo se sentó dentro del carro. Arjuna, que quería disponer de su gandiva
y de sus flechas, hizo que Uttarakumara guiara la carroza en dirección al árbol Sami,
donde había dejado escondidas sus armas.
Augurios maléficos reinaban en las filas del ejército kuru. Augurios que aseguraban
su derrota. Drona, acercándose a Bhishma, le dijo:
—Mi señor, estoy seguro de que es Arjuna quien está en esa carroza.
Le habló usando un lenguaje de claves, pues se arrepintió de haber hecho antes
aquella impulsiva declaración afirmando que era Arjuna; no quería que Arjuna fuera