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—Sólo puedo ver un cadáver colgando de la rama más alta. Tú sabes que soy un
kshatrya, ¿cómo puedo tocar un cadáver? Brihannala, por favor, no me hagas hacer estas
cosas. No debo tocar un cadáver. No es bueno para mí.
Arjuna se rió de él y le dijo:
—Ya sé que eres un kshatrya. Perteneces a una gran casa. No insultaré a tu alto
nacimiento; no tengas miedo, no es un cadáver. Las armas de los pandavas están
escondidas dentro de ese envoltorio que parece un cadáver. Por favor bájalo del árbol.
Uttarakumara trepó al árbol y cortó la soga que ataba el envoltorio a la rama del árbol
y luego bajó. Siguiendo las órdenes de Arjuna abrió el envoltorio. Su reacción fue de
total asombro cuando vio las armas de los pandavas, parecía que había mil arcoiris ante
sus ojos, así de maravilloso era el brillo que desprendían.
Uttarakumara miró a Arjuna y vio que salían lágrimas de sus ojos. Él, sin embargo,
no podía compartir los sentimientos que ahogaban a Arjuna. Contemplando aquellas
portentosas armas, Uttarakumara se sintió sobrecogido por un temblor y un miedo
terrible, incluso le daba miedo mirarlas. Finalmente reunió suficiente coraje como para
mirar a Arjuna y poder hablarle le dijo:
—Brihannala, ¿es eso un arco o una serpiente viva? Estos arcos brillan como el Sol y
el fuego. Nunca antes he visto armas como éstas. Son preciosas. ¿Puedes decirme de
quién son? Por favor, cuéntamelo.
Arjuna se había repuesto y le dijo:
—El arco que has tocado primero pertenece a Arjuna y es famoso en todo el mundo
con el nombre de gandiva. Es el único arco de este tipo en el mundo. Da fama eterna
a la persona que lo posee. Primero perteneció a Brahma durante mil años. Luego lo
tuvo Indra durante cinco mil años. Después lo tuvo Varuna, señor de los océanos. Agni,
el señor del fuego, se lo pidió a Varuna y se lo dio a Arjuna cuando quemó el bosque
de Khandava. Desde entonces ha sido de Arjuna durante todos estos años. Este otro
arco decorado con oro y piedras azules pertenece a Bhima. Este es el arco que conquistó
a todos sus enemigos en el gran Rajasuya. Este otro arco de resplandor rojizo por el
brillo del oro y los muchos rubíes incrustados en él, pertenece a Nakula, el hijo de Madri.
Este arco incrustado de oro y esmeraldas pertenece a Shadeva. Ese arco tan bello, con
pequeñas campanillas que resuenan con la brisa, pertenece a Yudhisthira, el mayor de
los pandavas. Mira, estas flechas pertenecen a los pandavas. Puedes ver que todas llevan
monogramas. Esta aljaba y aquella otra son de Arjuna, se las dieron junto con el gandiva
y tienen la cualidad de que nunca se quedan vacías. Estas son las armas de los pandavas.
Las dejaron aquí cuando se fueron al último año de su exilio, el año que tenían que pasar
escondidos.
Uttarakumara se quedó mirando las armas durante largo rato con los ojos desmesurada-
mente abiertos y sin poder decir nada. Después de cierto tiempo dijo: