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corazón: la espina que le ha estado hiriendo durante tantos años. Estoy seguro de ello.
En cuanto a vosotros, que parecéis tener miedo de Arjuna, os podéis ir todos de aquí o
quedaros bordeando el campo de batalla para verme luchar contra mi enemigo.
Kripa le dijo:
—Radheya, tú siempre estás pensando en la guerra y en matar. Sólo se debe luchar
cuando es absolutamente necesario. Cuando puede alcanzarse el bien común sin lucha,
debe evitarse la lucha. No te gusta admitir que tu oponente es más poderoso que tú.
Arjuna sí que puede luchar contra cualquiera él solo, pero tú no puedes. Él permitió que
Agni quemara el bosque de Khandava venciendo a Indra, el cual trataba de defender
el bosque. Le venció él solo. Recientemente también rescató a Duryodhana cuando
fue raptado por los gandharvas contando con sus hermanos como su única ayuda,
no le acompañaba ningún ejército. Y si recuerdo bien, entre los que se enfrentaron a
los gandharvas disponiendo de un ejército, había un gran héroe que, saltando de su
carro, salió corriendo de la lucha. No tengo que contar todas las hazañas de Arjuna,
las conocéis todos muy bien. Habéis oído hablar de la muerte de los kalakeyas y de
los nivatakavachas. Él solo lo hizo todo. No tendría porqué hablarte de la grandeza
de tu enemigo, pero aún así lo he de hacer porque no quiero que seas un necio. Estás
tratando de arrancarle los colmillos a una serpiente venenosa poniendo tu mano derecha
dentro de su boca. Arjuna es como un león que acaba de salir de su cautiverio, nada
podrá igualar su furia. Será como una antorcha encendida arrojada sobre una bala de
algodón. Si comienza esta lucha, tú y yo, y todos nosotros, seremos abrasados en un
instante. Sin embargo, si estás decidido a luchar, no trates de enfrentar este fuego por ti
solo. Prepararemos nuestras tropas y estaremos listos. Nos enfrentaremos todos nosotros
contra él como una sola unidad: nosotros seis: Drona, Duryodhana, Bhishma, tú mismo,
Aswatthama y yo. Nos enfrentaremos contra él combinando nuestros esfuerzos. Lo que
dijiste acerca de luchar contra él tú solo, me temo que es demasiado optimista. No sabes
lo que dices. Te sobreestimas demasiado y eso te lleva al error de menospreciar a Arjuna.
Radheya estaba furioso por el tono de desdén con que habló Kripa. Y le dijo:
—Veo que el gran Kripacharya ha perdido la razón viendo a Arjuna. Los que tienen
miedo no tienen porqué luchar. Yo solo puedo pagar la deuda que le debo a mi amigo
Duryodhana, matando a Arjuna. —Radheya se volvió hacia Duryodhana y le dijo—: Los
consejos de los brahmanes, mi señor, son convenientes, pero sólo en ciertas ocasiones.
Son útiles para consultarles cuándo han de distribuirse las limosnas o cuándo ha de
celebrarse una determinada festividad, pero no deberían ser consultados acerca de
cuándo se ha de luchar en la guerra. Deja que este gran acharya Kripa se vaya a casa, le
tiene miedo a Arjuna; yo lucharé.
Aswatthama había estado escuchando aquella conversación durante algún tiempo,
pero ya su ira se había vuelto incontrolable. Miró a Duryodhana y a Radheya y dijo: