Page 329 - Mahabharata
P. 329
4. Virata 309
La princesa trajo para Arjuna un vestido brillante como el Sol. El simulaba no saber
cómo ponérselo e hizo tantas burlas de sí mismo en sus intentonas de ponerse el traje,
que todas las muchachas del salón se reían de él. Las carcajadas retumbaban en los oídos
de todos. Por fin, exasperado, el mismo príncipe vino y con sus propias manos puso la
armadura a Brihannala. Esto era lo que quería Arjuna. No vestirse por sí solo, por lo
menos cuando tuviera que salir a luchar. Luego dijo a Uttarakumara:
—Estoy listo, mi señor, te llevaré donde tú quieras ir. Puedes combatir contra los
kurus cuerpo a cuerpo. Estoy esperando contemplar el glorioso espectáculo. Partamos,
mi señor.
Se despidieron afectuosamente de todos los presentes. El carro iba a traspasar las
puertas de palacio cuando la princesa Uttaraa corrió y dijo:
—Brihannala, cuando regreses, no olvides traerme bellas sedas y prendas de los
enemigos, una vez los haya derrotado mi hermano. Arjuna sonrió y le dijo:
—No lo olvidaré, mi pequeña princesa. Prometo que te traeré las bellas sedas que
visten los héroes kurus.
Tras esto se pusieron en marcha hacia la dirección en que se habían ido los kurus
llevándose los rebaños.
Capítulo XV
ARJUNA Y EL JOVEN PRÍNCIPE
U TTARAKUMARA dijo:
—¡Apresúrate! Estoy impaciente por encontrarme con los enemigos que han
osado invadir nuestra ciudad mientras mi padre estaba fuera. Sin duda alguna pensaron
que ya no quedaban héroes en Virata; ahora verán.
Dicho esto, se dirigieron hacia el área enemiga. Arjuna conducía el carro velozmente
en dirección a las afueras de la ciudad donde se levantaban las piras funerarias y no
cesaba de sonreír para sí mismo. Cuando ya habían recorrido una distancia considerable,
llegó a sus oídos un gran estruendo que se asemejaba al rugido del océano en las noches
de Luna llena. Uttaraa, al oírlo, preguntó:
—Brihannala, ¿qué es ese ruido? A lo cual respondió Arjuna:
—Mi señor, este es el clamor del ejército de los kurus, con el que hace apenas unos
instantes querías encontrarte y aniquilarlo. —El carro se acercó más y Uttarakumara
pudo ver al ejército con más detalle. Se quedó mirándolo boquiabierto, con los ojos
desorbitados y mudo de terror. Se le había secado la lengua y se sentía como ahogado.
Arjuna, como si no ocurriera nada, continuó diciendo—: Te he traído al lugar en donde
puedes ver al ejército de los kurus, formado delante de ti. Mira, mi señor, allí en aquel
caballo blanco está Duryodhana, el monarca de los kurus. Contempla su espléndida