Page 327 - Mahabharata
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4. Virata                                                                                307


                   —Tu padre ha salido a combatir contra el ejército de los trigarta. Ahora tú debes venir
               a socorrernos y ayudarnos a recuperar nuestras vacas. Por favor, prepárate para luchar;

               no te demores pues los enemigos ya se han alejado bastante. Tendrás que darles alcance
               y traer las vacas de vuelta. El rey cree que tú eres merecedor de un padre como él, así
               que, por favor, ven inmediatamente. A ti te gusta tocar la vina, pero ahora déjala a un
               lado y empuña la vina llamada arco y toca dulces notas en la cuerda de este arco para
               sembrar con tu música el miedo en los corazones del enemigo. Por favor, ¡apresúrate!
                   El príncipe, que estaba sentado en medio de las mujeres del palacio, dijo:
                   —Ciertamente, iré ahora mismo y atacaré a los enemigos. Cogeré mi poderoso arco y
               destruiré enteramente las huestes de los kurus, pero ahora me encuentro en una situación
               terrible, pues no dispongo de ningún conductor para mi carro que esté lo suficientemente
               preparado como para introducir mis caballos en medio de las filas enemigas. Todos sabéis
               que tener un buen auriga supone tener ganada media batalla. Sin él, pocas posibilidades
               tengo de ganar la batalla. Debe ser una persona capacitada y estar acostumbrado a
               conducir el carro de un héroe como yo. Mi propio auriga fue recientemente aniquilado
               en la gran guerra en la que combatí durante veintiocho días y veintiocho noches. Os
               pido a todos que me consigáis inmediatamente un buen conductor. Por lo demás, no
               me preocupan los enemigos. Sí tengo un buen auriga, podría batirme mano a mano con
               Bhishma, Drona, Kripa, Aswatthama y Radheya. Eso no me preocupa lo más mínimo.
               Puedo aniquilarlos a todos y rescatar las vacas en apenas un instante. La gente que me
               vea luchando dirá: « ¿Es este Arjuna? Pues nadie sino él podría luchar así. » Estoy seguro
               de eso. Por favor, conseguidme inmediatamente un buen carro.
                   Draupadi, que estaba allí junto con las otras mujeres, no podía soportar oír la fanfar-
               ronería de este príncipe que pretendía igualarse a Arjuna. Arjuna contempló su ira y
               sonrió para sí mismo. Se las apañó para estar unos momentos a solas con ella y le dijo:

                   —He visto cómo te enfurecías y te agradezco tu aprecio por mí, mi dulce reina. Ahora
               debes ir a ver a Uttaraa, la princesa, y decirle que Brihannala fue el conductor del carro
               de Arjuna cuando éste luchó con Indra en el incendio del bosque Khandava. Dile que
               puede ir y decirle esto a su hermano. Háblale de la grandeza de Brihannala. Pídele que
               me proponga a mí como el conductor del carro del príncipe. Veremos que es lo que él
               hace después.
                   Draupadi hizo lo que Arjuna le dijo y dirigiéndose a la princesa Uttaraa le dijo:
                   —Dice tu hermano que no puede luchar ya que cree que no hay nadie suficientemente
               capacitado para conducir sus caballos. Pues bien, yo sé de alguien que puede hacerlo:
               Brihannala es un buen conductor. Sé que fue él quien condujo el carro del mismísimo
               Arjuna cuando éste luchó contra Indra durante el incendio del bosque Khandava. Por
               eso pudo Arjuna derrotar a Indra. Conozco la bravura de Brihannala y si él toma las
               riendas de los caballos de tu hermano, nadie podrá derrotarle. Todos los enemigos serán
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