Page 321 - Mahabharata
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4. Virata                                                                                301


               con métodos nada limpios. Durante trece años has disfrutado de una riqueza que les
               pertenece. ¿Por qué no esperas a que acabe el año? Cuando ellos regresen y reclamen su

               reino, ¿por qué no se lo devuelves? Si lo haces, tu fama no tendrá fin.
                   Las palabras de Drona fueron seguidas por las de Bhishma quien dijo:
                   —Lo que ha dicho este acharya es cierto. Los pandavas no pueden ser destruidos. No
               se les puede matar. Sé que mi consejo no os va a complacer ni a ti, ni a tu padre, pero aún
               así hablaré. ¿Qué sentido tiene desperdiciar el aliento diciendo mil cosas? Lo resumiré
               todo en una sola frase: « Donde hay Dharma, hay victoria. » Estás quemando tu energía
               intentando averiguar su paradero. Te daré una pista: dondequiera que viva Yudhisthira,
               ese lugar será más próspero; no habrá lugar para que habite la envidia, ni rudas palabras
               de ira. La gente será temerosa de Dios, todos serán como Yudhisthira y dondequiera
               que él more serán frecuentes las lluvias y las tierras tendrán excelentes cosechas. En su
               presencia las flores olerán más dulces y las frutas serán más jugosas y sabrosas. Allí
               las vacas darán leche más dulce y en esa tierra habrá siempre aires de fiesta. Así que
               si quieres averiguar dónde se esconden los pandavas, envía a tus espías a buscar un
               país que reúna las glorias que te he mencionado. Solamente me queda ahora una cosa
               por decir. Hasta ahora he hablado como un cortesano en presencia de su rey, mas ahora
               hablaré como abuelo del joven rey: Duryodhana, siempre has sido querido para mí. He
               estado de tu lado incluso cuando sabía que estabas equivocado. Pero ahora escúchame.
               Los pandavas ya han sufrido suficiente. Tú eres un príncipe y tienes naturaleza real. Si
               lo deseas puedes ser magnánimo con ellos. ¿Por qué no decides devolverles su reino? Al
               igual que ellos, tú ya no eres un joven. Ya pasaron los días de tu vigorosa juventud. ¿Por
               qué no dejas que transcurran en paz los últimos años que queden? Dicen que la edad
               suaviza las mentes de la gente. ¿No puedes acaso hacer que al finalizar estos trece años,
               finalice también esta disputa? ¿por qué te destruyes a ti mismo?
                   A Duryodhana no le agradaron sus palabras y frunciendo el ceño dijo:

                   —No, abuelo, ¡eso jamás! No puedo desistir en mi lucha contra los pandavas. Ellos
               son mis enemigos. No les devolveré su reino. Removeré cielos y tierra para averiguar
               dónde se esconden y los enviaré de nuevo al bosque por otros doce años.
                   Tras esto Kripa dijo:
                   —Duryodhana, resulta evidente para todos nosotros que has decidido suicidarte. Se
               acerca el tiempo en que los pandavas saldrán de su eclipse y dices que has decidido no
               devolverles su reino. Evidentemente, esto implica haber decidido la guerra, en cuyo caso,
               lo único que hay que hacer es empezar a reunir tu ejército desde este momento. Averiguar
               quiénes son tus amigos y quién te apoyaría en esta guerra que es inminente. Los
               iracundos pandavas serán como terribles serpientes venenosas. No tendrán miramientos
               contigo. Así que debes comenzar tus preparativos desde ahora mismo. Queda poco
               tiempo; debes reunirte personalmente con los reyes y pedirles que se pongan de tu lado.
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