Page 223 - Egipto Tomo 1
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210 MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
circunstancia, por medio de estos pequeños documentos conservados cuidadosamente, en
su mayor parte, en el museo del Louvre, ha sido fácil fijar el orden de sucesión de muchos
faraones y además la duración de sus respectivos reinados.
Existen todavía veinticuatro sarcófagos en el sitio referido, muchos de los cuales se
encuentran en las mismas cámaras en que fueron construidos. Xo son todos de la misma
materia; pues los hay de basalto negro y éstos son los más hermosos, de granito rojo v
de sencilla piedra calcárea. Las cajas propiamente dichas, como si dijéramos los ataúdes,
son de una sola pieza y sólo en tres de ellas se ven inscripciones. En presencia de tales
sarcófagos, áun aquellos que están dotados de ménos imaginación, presumen hallarse
transportados por arte de encantamiento al cementerio de un mundo de gigantes: para que
se pueda formar idea de sus dimensiones y no obstante la repugnancia que experimentamos
en acudir á la fría expresión de las cifras tratándose de tales materias, bastará consignar
que no hay ninguno de ellos que, sin contar su parte hueca, pese ménos de 130,000 libras.
Acaso entra por mucho en el sentimiento que experimenta en estos lugares el ánimo
del viajero, la diferencia enorme que existe entre la idea que tenemos formada de un
féretro, y la que concebimos en vista de éstos que tenemos á la vista, cuya capacidad
nos sorprende, y á cuyo fondo nos seria posible descender. Añádase á esto la vene-
ración mezclada de terror que excita todo cuanto es extraordinariamente viejo, y que
además de ello y por esto mismo ha sido contemplado con piadoso respeto por muchas
generaciones. Mas semejantes consideraciones no han bastado á contener la rapacidad
humana: las tumbas de Apis han sido completamente saqueadas antes de que fueran
invadidas por la arena. Mariette encontró fuera de sitio las tapas de los ataúdes, y colocadas
encima de muchas de ellas, por via de escarnio y desprecio hacia la obra de los paganos,
un monton de piedras.
En la parte más antigua de las tumbas, la cual se halla derruida, encontró Mariette
un cadáver humano que llevaba sobre el rostro una máscara de oro, y multitud de dijes
y preciosísimos amuletos sobre el pecho. Las inscripciones permitieron reconocer en él los
restos de Khamouas (Ca-m-us), uno de los hijos de Ramses II, del cual se sabe que fué gran
sacerdote en Memphis, y cuyo nombre se cita más tarde como el de un príncipe sumamente
piadoso. Según parece, á fin de tributarle la mayor de las honras que podían imaginarse, se
le dió sepultura entre los toros sagrados.
Grande es el número de tumbas existentes en Sakkara, que se hallan sepultadas debajo
de la arena; sin embargo podemos hacer mención de dos de ellas sumamente notables, las
mastabas de Ti y de Ptahhotep, de las cuales sólo puede ser visitada la primera, habiendo
sido ambas construidas por elevados funcionarios que sirvieron en tiempo de la quinta
dinastía que es la que sucedió á los fundadores de las pirámides de Gizeh.
,
Desciéndese hasta la puerta que da ingreso al mausoleo de Ti por medio de una brecha
practicada en la arena. En las pilastras que se encuentran á derecha é izquierda de la
misma, distínguese esculpida de relieve la figura que representa al dignatario, apoyándose