Page 434 - Egipto Tomo 1
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EL CAIRO                    349
                Al sultán Schech Mu’aijad sucedióle su hijo:  falleció pasados tres meses, y dejó  el
              trono á su primogénito, que contaba sólo diez años. Su tutor Burs—bey, en otro tiempo
              esclavo, sobreponiéndose á su inocente pupilo, usurpó sus derechos.  El mausoleo de éste
              se encuentra entre las tumbas de los califas. Murió de muerte natural á los diez  \  seis
              años de reinado. Entre los hechos principales llevados á cabo por él mismo, cuéntase  el
              haber llevado prisionero al Cairo al rey de Chipre Juan, protector de los piratas que en su
              tiempo eran azote del comercio del Mediterráneo; arrojado de Egipto á los mogoles, siquiera
              á costa de un tratado que nada tenia de honroso, y haber conquistado el valioso  título de
              protector de la Meca, á consecuencia de haberse apoderado de la ciudad santa y del puerto de
              Djeddah perteneciente á la misma. Merced á esto el comercio de dicha plaza tomó un 'suelo
              extraordinario, puesto que los bastimentos procedentes de  la India y de  la Persia, que
              acostumbraban aportar á Aden, á partir de 1422 se dirigieron á Djeddah, evitándose de esta
              suerte tener que satisfacer los onerosos impuestos exigidos por el príncipe del Yemen. De
              lo que serian éstos y  del desarrollo que tomó el tráfico en  el puerto de la Meca, puede
              formarse idea considerando que así como la primera vez que llegó al mismo el piloto Ibrahim
              con cargamento de Calcuta, llevaba un sólo buque, la segunda lo hizo ya al frente de una
              flota compuesta de  catorce  bajeles henchidos  de  riquísimas mercancías, que en  la26,
              contábanse ya por docenas los buques que en el mismo fondeaban, en el peí iodo de un ano, a
              que con ser módicos los derechos de aduana, comparados con los que se satisfacían en Aden,
              no bajaban de 70,000 dinares. Júzguese por esta cifra  lo que pagarían  los innumerables
              peregrinos que acudían á este sitio, con el propósito de visitar el sepulcro del Profeta, sin que
              éste fuera inconveniente para aprovechar la coyuntura que se les venia á las manos para la
               realización de sus negocios mercantiles.
                 La importancia que en este concepto adquirió Djeddah no ha desaparecido aún: de suerte
              que la feria que anualmente se celebra en ella, sirve de punto de reunión á todo» lo» pueblo»
              que profesan  las doctrinas del Islam. En la época que estamos historiando no habla otra
               que la excediera. Y se comprende: el mar Rojo habíase convertido, durante el gobierno de
               los mamelucos, en el camino por el cual se hacia todo el comercio entre la India y Europa,
               siendo digno de mención el peregrino documento enviado por el príncipe «infiel» de Eeilan,
               por medio de embajadores  al  efecto diputados,  al sultán Kalaun, con  el propósito de
               establecer tratados de comercio. Dárnoslo á continuación para que nuestros lectoie» puedan
               formarse idea de la sencillez con que en aquellos siglos se procedia en asuntos de tanta
                                                   Egipto es Ceilan. Deseo que un
               trascendencia.  «Ceilan es Egipto, escribía el príncipe, y
               » enviado egipcio acompañe á uno de los mios á su regreso, y que  el otro se establezca
               » perennemente en Aden. Soy dueño de cantidades enormes de piedras preciosas y do perlas
                                               estofas de todas clases, á cual más rica
               »macníficas. Tengo elefantes, bajeles, muselinas y
               » v más preciosa: madera de sándalo, canela, y las mercancías distintas que á ese país
               » conducen los mercaderes de por acá. Mis tierras producen madera propia para labrar astas
               »de lanza en tanta abundancia, que  si el sultán me pide veinte buques cargados de ella cada
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