Page 471 - Egipto Tomo 1
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388 EL CAIRO
quien tirara de la manta, y entonces se vio que no había debajo encadenado ni cosa que lo
valga. De otro santón acusado de un crimen, cuéntase que fué decapitado, y que su cabeza
separada del tronco abría los labios para protestar de su inocencia. Por último, háblase
también de un santón, conocido comunmente con el nombre de Piedra ele hierro, que en sus
primeros años fué mameluco de Kait—bey. Según parece, envióle un dia su señor á un jeque
venerable, para que en su nombre le entregara un pingüe regalo en dinero. El santón,
después de haber rehusado aceptarlo, concluyó por admitirlo, y estrechando en la mano las
monedas que aquel le entregara trocáronse en sangre, con lo cual abriendo la mano dirigióse
al portador, diciéndole: «Mira, hijo mió, lo que es tu oro.» El mameluco se aterrorizó ante
semejante espectáculo, quedóse al lado del oueli como discípulo, y acabó por fundar una
orden de derviches, siendo todavía venerada su memoria en el Cairo, y existiendo varias
leyendas relacionadas con su sepulcro.
Ya hemos visto que existen muchas reliquias á las cuales se atribuyen virtudes espe-
ciales: también se cree que existen varios edificios que poseen fuerzas portentosas. Hay una
mezquita llamada Gama el-Benat, mezquita de las doncellas, á la cual se atribuye la
propiedad de hacer casaderas á las jóvenes ya madurillas. En ella, como en las demás
mezquitas, se reúnen todos los viérnes numerosos fieles, deseosos de escuchar el sermón y
asistir á las oraciones. Pues bien, la joven que á pesar de los esfuerzos realizados por sus
padres, no ha conseguido entrar como dueña en un harem, y que desea encontrar marido, no
tiene que hacer más, según la tradición, que asistir á la mezquita el viérnes al medio dia, en
cuya hora tiene lugar la más solemne de las oraciones de toda la semana, y en el momento en
que el imán pronuncia en alta voz las palabras Alah ah bar— Dios es grande, — en el cual
los creyentes se arrodillan por primera vez, y humillan su frente hasta tocar las esteras que
cubren el pavimento, debe recorrer yendo y viniendo el espacio que separa dos hileras de
fieles, en la seguridad de que dentro del mismo año habrá encontrado un buen esposo y
gozará las delicias de la vida conyugal.
La mayor parte de las leyendas piadosas se refieren á las tumbas de los santones , á las
cuales, como á los santones mismos, dáse también el nombre de oueli. Su número es
verdaderamente extraordinario, y su recinto puede considerarse como el centro de la vida
religiosa de los habitantes del Cairo. Las más antiguas de ellas no están peor conservadas
que las demás construcciones del tiempo de los califas: á veces se encuentran en el interior
de las mezquitas que llevan el nombre del santón que yace sepultado en ellas: en otras
ocasiones constituyen edificios del todo independientes. Forma su cubierta una cúpula, y en
su estrecho recinto se encierra como objeto principal, oculto bajo un tapiz, el féretro que
contiene los restos del santón, al cual prestan los concurrentes el tributo de sus oraciones.
Esas cubbas se elevan ordinariamente en el mismo sitio en que el santón, cuyos restos
mortales guardan, tenia establecida la celda ó zaquizamí (zaouijah) en que hacia vida de
anacoreta. Encuéntranse á cada paso en todas las regiones del Oriente, pues es por demás
considerable el número de los hombres cuya tumba se ha convertido en centro de un culto