Page 134 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Las fuentes y  el criterio para su elección  123
        el Tadbirat, cuyos últimos capítulos son un compendio de ascética
        monacal, y el Mawaqui, dedicado todo él a los más altos teoremas de
        la mística, o sea, a la doctrina de los carismas. Es, por lo tanto, evi-
        dente que su formación espiritual se debió primero a  la enseñanza
        viva de sus maestros españoles, aunque sin omitir, como es natural,
        el estudio y meditación de los grandes autores orientales,  v.  gr., la
       Risala del Coxairí sobre el sufismo, que explícitamente declara haber-
        le servido de manual de iniciación (1), y otros libros que, como ese,
        eran usados para  tal  fin en todo  el islam oriental y occidental  (2).
        Que la enseñanza oral de sus maestros y la imitación de los grandes
        místicos a quienes trató en España influyeron más principalmente en
        la formación de su espíritu  es, por otra parte, un hecho que salta a
        la vista con sólo recordar los pasajes autobiográficos de su Fotuhat
       en que así lo declara y, más que éstos aún, las cincuenta y cinco bio-
        grafías, que inserta en su Risalat al-cods, de los maestros de espíritu,
        españoles en su inmensa mayoría, bajo cuya disciplina y dirección
       realizó su noviciado o iniciación sufí (3).
          Los cuatro restantes opúsculos que utilizamos como fuentes, ya no
       consta que los redactase en España. El titulado Anwar lo escribió en
        Conia (Asia Menor) a los cuarenta y siete años de edad. Los otros
       tres, Tohfa, Cunh y Amr, son, probablemente, obra de los últimos años
       de su vida (4).
          Excusado es añadir que las fuentes aquí utilizadas no agotan, ni
       con mucho,  la posibilidad de investigaciones  ulteriores sobre otros
       opúsculos, todavía inéditos, de Abenarabi, cuya bibliografía, en gran
       parte manuscrita, ocupa en  el manual de Brockelmann unos 150 nú-
       meros (5). No creemos, sin embargo, que su futura exploración haya
       de traer sorpresas que alteren los rasgos fundamentales del esbozo


         (1)  Cfr. Risalat al-cods, § 2.
         (2)  Uno de los más aprovechados por Abenarabi es  el Ihía de Algazel.
       Cfr. infra, XV.
         (3)  Cfr. supra, parte primera, caps.  I y  II y Risalat al-cods, passim.
         (4)  Cfr. supra, parte primera,  III y  IV.
         (5)  Brockelmann, Geschichte der arab.  litt.,  I, 442-448.
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