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estado usted en Cumbres Borrascosas? Dispense la curiosidad,

                  pero quisiera saber cómo ha encontrado a la señora.


                  —¿La señora Heathcliff? Me pareció muy bonita, pero creo que


                  no es muy feliz.


                  —¡Oh Dios mío, no es de extrañar! ¿Y qué opina usted del amo?


                  —Me parece un tipo bastante áspero, señora Dean. ¿Es siempre


                  así?


                  —Es áspero como el corte de una sierra y tan duro como el

                  pedernal; cuanto menos le trate, mejor.


                  —Debe de haber tenido una vida muy accidentada para


                  haberse vuelto de ese modo... ¿Sabe usted su historia?


                  —La sé toda, excepto quiénes fueron sus padres y dónde ganó

                  su primer dinero. A Hareton le han dejado sin nada...


                  El pobre chico es el único de la parroquia que ignora la estafa


                  que le han hecho.


                  —Vaya, señora Dean, pues haría usted una buena obra si me

                  contara algo sobre esos vecinos. Si me acuesto no podré


                  dormir. Así que siéntese usted y charlaremos un ratito...


                  —¡Oh, sí, señor! Precisamente tengo unas cosas que coser. Me

                  sentaré todo el tiempo que usted quiera. Pero está usted


                  tiritando de frío y es necesario que tome algo para reaccionar.


                  Y la digna señora salió presurosamente. Me senté junto al

                  fuego. Tenía la cabeza ardiendo y el resto del cuerpo helado.








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