Page 339 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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ventana  desde  la  cual  había  caído,  oscura  sobre  los  retorcidos  arbustos

               espinosos junto a los cuales yacía. Debí de permanecer allí tirado un largo
               rato,  pues  ahora  la  luna  colgaba  roja  como  la  sangre  cerca  del  horizonte
               occidental.
                    —El caballo que te llevaste volvió sin jinete. No podía quedarme sentada

               sin hacer nada, así que me escabullí de la casa y vine hasta aquí. Me dijeron
               que te habías ido a buscar el pelotón, pero el caballo volvió por la carretera
               vieja. No había nadie a quien enviar, así que me escapé y vine sola.
                    —¡Joan!

                    Verla arrodillada junto a mí, tan esbelta y desamparada en la oscuridad,
               tan frágil y a la vez tan llena de amor, me conmovió. Una vez más la atraje y
               la besé sin hablar.
                    —Steve…  —su  voz  llegaba  grave  y  asustada—.  ¿Qué  te  ha  pasado?

               Cuando llegué aquí, estabas tirado entre los arbustos, inconsciente…
                    —¡Veo  que  sólo  el  puro  azar  me  ha  salvado  de  matarme  igual  que  los
               otros dos hombres que cayeron desde la ventana! Dime, Joan, ¿qué ocurrió en
               esta casa hace veinte años para arrojar semejante maldición sobre ella?

                    Joan se estremeció.
                    —No lo sé. Sus propietarios de antes de la guerra tuvieron que venderla
               cuando acabó; los inquilinos dejaron que se fuera deteriorando. Pero ocurrió
               algo extraño justo antes de la muerte del último inquilino: un enorme mono

               escapó de un circo que pasaba por la región y se refugió en la casa. La pobre
               bestia  sufría  unos  malos  tratos  terribles,  y  cuando  sus  dueños  intentaron
               recuperarla, se resistió con tanta ferocidad que tuvieron que matarlo. Eso fue
               hace más de veinte años. Poco después, el propietario de la casa se cayó desde

               una ventana del piso superior y se mató. Todo el mundo imaginó que había
               cometido suicidio o que era sonámbulo, pero…
                    —¡No! —un repentino escalofrío interior me hizo estremecerme—. Fue
               perseguido a través de las habitaciones de esta misma casa por una cosa tan

               espantosa  que  la  misma  muerte  le  pareció  una  salida  deseable.  Y  ese
               viajante… sé lo que le mató. Y a Joe Cagle…
                    —¡Joe Cagle! —Joan se sobresaltó violentamente— ¿Dónde…?
                    —No te preocupes, ya no puede hacerte daño. No me preguntes más. No,

               yo  no  le  maté;  su  muerte  fue  más  horrible  que  cualquiera  que  yo  hubiera
               podido administrarle. Hay mundos y sombras de mundos más allá de nuestro
               entendimiento,  según  parece,  y  espíritus  bestiales  ligados  a  la  tierra  que
               acechan  en  las  oscuras  sombras  de  nuestro  propio  mundo  más  allá  de  su

               tiempo. Venga, vámonos.




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