Page 219 - La sangre manda
P. 219
tornados de Illinois en 2004. Y el World Trade Center en 2001. «Estoy seguro
de que hay más, pero aún no he tenido tiempo de localizarlos».
«Quizá sea un hombre distinto», he dicho. «O una criatura distinta».
Yo estaba pensando que, si había dos —Ondowsky y el que matamos en
Texas—, bien podría haber tres. O cuatro. O una docena. Recuerdo un
documental que vi en la PBS sobre especies en peligro de extinción. En el
mundo quedan solo sesenta rinocerontes negros y solo setenta leopardos del
Amur, pero eso es mucho más que tres.
«No», ha dicho Brad. Parecía totalmente convencido. «Es el mismo
individuo».
Le he preguntado cómo podía estar tan seguro.
«Antes el abuelo dibujaba para la policía», ha dicho. «A veces yo hago
grabaciones por orden judicial para ellos, y en alguna que otra ocasión he
grabado a través de AE. ¿Sabes qué es?».
Holly lo sabía, naturalmente. Agentes encubiertos.
«Ya no se ponen micros debajo de la camisa», ha explicado Brad. «Hoy
día utilizamos falsos gemelos o botones. Una vez puse un micro en la E del
logo de una gorra de los Red Sox. E de “escucha”, ¿lo pillas? Pero las
grabaciones son solo una parte de lo que hago. Fíjate en esto».
Ha acercado su silla a la mía para que los dos pudiéramos ver su iPad. Ha
abierto una aplicación llamada VocaKnow. Contenía varios archivos. Uno se
titulaba Paul Freeman. Era la versión de Ondowsky que informó sobre el
accidente de avión en 1960, ¿recuerdas?
Brad ha pulsado PLAY, y he oído la voz de Freeman, solo que más nítida
y clara. Brad ha dicho que había limpiado el audio y eliminado el ruido de
fondo. A eso lo ha llamado «endulzar la pista». La voz procedía del altavoz
del iPad. En la pantalla veía la voz tal como se ven las ondas sonoras al pie
del teléfono o de la tableta cuando pulsas el pequeño icono del micrófono
para enviar un mensaje de audio. Brad ha llamado a eso «espectrograma de la
huella vocal»; según él, tiene el título de analista de huellas vocales. Ha
prestado testimonio en juicios.
¿Ves aquí en acción esa fuerza de la que hablábamos, Ralph? Yo sí.
Abuelo y nieto. Uno hábil con los retratos, el otro hábil con las voces. Sin
ellos dos, ese ser, su visitante, seguiría usando sus distintas caras y
ocultándose a la vista de todos. Algunas personas lo llamarían azar, o
coincidencia, como elegir los números ganadores en la lotería, pero yo no lo
creo. No puedo ni quiero.
Página 219