Page 225 - La sangre manda
P. 225

—Entiendo lo que decís, y tiene su lógica hasta cierto punto, pero ¿qué

               pasa  con  su  currículum?  ¿Dónde  estudió  periodismo?  ¿Nadie  se  lo  pide?
               ¿Nadie hace preguntas?
                    —Probablemente les cuenta que lleva un tiempo fuera del medio y que ha
               decidido reincorporarse —aventura Dan, malhumorado.

                    —Pero  la  verdad  es  que  no  lo  sabemos  —admite  Brad.  Se  le  nota
               enfadado,  bien  porque  es  incapaz  de  ofrecer  una  respuesta  que  satisfaga  a
               Holly (o a sí mismo), bien porque le duele que lo hayan llamado «vieja»—.
               Oye, en Colorado un chico se hizo pasar por médico durante casi cuatro años.

               Recetaba fármacos e incluso operaba. Puede que lo hayas leído en algún sitio.
               Tenía diecisiete años pero aparentaba veinticinco, y no se había graduado en
               nada, y menos en medicina. Si él pudo colarse entre los resquicios, ¿por qué
               no iba a poder ese visitante?

                    —¿Has terminado? —pregunta Dan.
                    —Sí, abuelo. —Y suspira.
                    —Bien. Porque yo tengo una pregunta. ¿Vas a reunirte con él, Holly?
                    —Sí. —Junto a las fotografías, Brad ha incluido una captura de pantalla

               de  los  espectrogramas  de  Freeman,  Ondowsky  y  Philip  Hannigan,  alias
               George el Autor del Atentado. A ojos de Holly, los tres son idénticos.
                    —¿Cuándo?
                    —Mañana, o eso espero, preferiría que no dijerais nada de esto, por favor.

               ¿Puedo confiar en vosotros?
                    —Sí —contesta Brad—. Claro que sí. ¿Verdad, abuelo?
                    —Siempre y cuando luego nos cuentes lo que ha pasado —dice Dan—. Si
               puedes, claro. Yo era poli, Holly, y Brad trabaja para la poli. Supongo que no

               hará  falta  que  te  digamos  que  reunirte  con  él  puede  ser  peligroso.  Será
               peligroso.
                    —Lo sé —dice Holly en voz baja—. Yo misma trabajo con un expoli. —
               Y antes trabajé con uno todavía mejor, piensa.

                    —¿Tendrás cuidado?
                    —Lo intentaré —responde Holly, pero sabe que siempre llega un punto en
               el que has de dejar de tener cuidado.
                    Jerome  había  hablado  de  un  pájaro  que  portaba  el  mal  como  un  virus.

               Muy sucio, de color gris escarcha, dijo. Si uno deseaba atraparlo y retorcerle
               el puñetero cuello, llegaba un momento en que debía dejar de tener cuidado.
               Holly no cree que vaya a ocurrir mañana, pero sí pronto.
                    Pronto.







                                                      Página 225
   220   221   222   223   224   225   226   227   228   229   230