Page 148 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
P. 148

Henry la había llamado en una ocasión. Sabía que se había manchado; que

               había  llenado  su  mente  de  corrupción  y  había  alimentado  de  horror  su
               fantasía; que había sido una mala influencia para otros y había experimentado
               una terrible alegría al serlo, y que, de entre las vidas que se habían cruzado
               con  la  suya,  las  más  hermosas  y  prometedoras  él  las  había  arrastrado  a  la

               desgracia. Pero ¿era todo irreparable? ¿No había esperanza para él?
                    Era mejor no pensar en el pasado. Nada podía cambiarlo. Era en él mismo
               y en su futuro en lo que debía pensar. Alan Campbell se había pegado un tiro
               una noche en su laboratorio, pero no había revelado el secreto que lo habían

               obligado  a  conocer.  La  agitación  que  había  despertado  la  desaparición  de
               Basil  Hallward  pronto  pasaría.  Ya  estaba  decayendo.  Se  hallaba
               perfectamente a salvo allí. Y lo cierto es que tampoco era la muerte de Basil
               Hallward lo que pesaba más en su mente. Era la muerte en vida de su propia

               alma lo que lo perturbaba. Basil había pintado el retrato que había arruinado
               su  existencia.  No  podía  perdonarle  eso.  Era  el  retrato  el  causante  de  todo.
               Basil le había dicho cosas intolerables que él había soportado con paciencia.
               El asesinato no había sido más que la locura de un instante. Y, en cuanto a

               Alan Campbell, su suicidio había sido el resultado de su propia acción. Él la
               había elegido. No era culpa suya.
                    ¡Una  nueva  vida!  Eso  era  lo  que  necesitaba.  Eso  era  lo  que  estaba
               esperando. Sin duda había comenzado ya. Se había apiadado de una inocente,

               en cualquier caso. Jamás volvería a tentar a la inocencia. Sería bueno.
                    Al  pensar  en  Hetty  Merton,  comenzó  a  preguntarse  si  el  retrato  en  la
               habitación cerrada con llave habría cambiado. ¿Seguiría siendo tan horrible
               como antes? Tal vez, si su vida se volviera pura, podría ser capaz de eliminar

               cada uno de los signos de pasión malvada de su rostro. Quizá los signos del
               mal hubieran desaparecido ya. Iría a comprobarlo.
                    Tomó  la  lámpara  de  la  mesa  y  subió  las  escaleras.  Al  abrir  la  puerta
               cerrada  con  llave,  una  sonrisa  de  alegría  revoloteó  por  su  rostro  joven  y

               permaneció en sus labios un momento. Sí, sería bueno, y aquel horrible objeto
               que  había  estado  ocultando  no  lo  aterrorizaría  más.  Sentía  como  si  ya  lo
               hubieran liberado de la carga.
                    Entró  tranquilamente,  cerrando  la  puerta  tras  él,  como  tenía  por

               costumbre,  y  apartó  la  cortina  púrpura  del  retrato.  Un  grito  de  dolor  e
               indignación brotó de él. No pudo ver otro cambio que una mirada astuta en
               los ojos y la curvada arruga en los labios de la hipocresía. Seguía siendo algo
               repugnante, más repugnante que antes, si es que era posible, y las gotas de







                                                      Página 148
   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153