Page 146 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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paladar. Nada se te ha ocultado. Pero apenas ha supuesto para ti más que el

               sonido de la música. No te ha herido. Sigues siendo el que eras.
                    »Me  pregunto  cómo  será  el  resto  de  tu  vida.  No  la  eches  a  perder  con
               renuncias. En este momento, eres perfecto. No te hagas incompleto. Ahora no
               hay  en  ti  mácula.  No  tienes  que  mover  la  cabeza:  sabes  que  no  la  hay.

               Además,  Dorian,  no  te  engañes  a  ti  mismo.  La  vida  no  la  gobiernan  la
               voluntad y el propósito. La vida es una cuestión de nervios y fibras, y células
               que se generan lentamente, en las que se esconde el pensamiento y sueña la
               pasión.  Puedes  imaginarte  a  salvo  y  creerte  fuerte.  Pero  el  tono  casual  del

               color  de  una  habitación  o  de  un  cielo  matinal,  un  perfume  particular  que
               hemos amado una vez y nos trae recuerdos extraños, el verso de un poema
               olvidado con el que hemos vuelto a tropezar, la cadencia de una música que
               ya  no  tocamos…  Yo  te  digo,  Dorian,  que  éstas  son  las  cosas  de  las  que

               dependen nuestras vidas. Browning escribe sobre eso en alguna parte, pero
               nuestros propios sentidos las imaginarán para nosotros. Hay momentos en los
               que el olor del heliotropo me invade repentinamente, y no tengo más remedio
               que revivir el año más insólito de mi vida.

                    »Me  gustaría  poder  cambiarme  por  ti,  Dorian.  El  mundo  ha  clamado
               contra los dos, pero a ti siempre te ha adorado. Te adorará siempre. Eres la
               encarnación de lo que la época está buscando y lo que teme encontrar. ¡Me
               alegra  tanto  que  nunca  hayas  hecho  nada;  que  nunca  hayas  esculpido  una

               estatua, ni pintado un cuadro o creado cosa alguna fuera de ti mismo! La vida
               ha sido tu arte. Te has convertido en música. Tus días han sido tus sonetos.
                    Dorian se levantó del piano y se pasó la mano por el pelo.
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                    —Sí,  la  vida  ha  sido  exquisita  —murmuró⁠—,  pero  no  voy  a  seguir
               teniendo la misma vida, Harry. Y no debes decirme esas cosas extravagantes.
               No  lo  sabes  todo  sobre  mí.  Creo  que,  si  lo  supieras,  incluso  tú  me
               abandonarías. Te ríes. No lo hagas.
                    —¿Por qué has dejado de tocar, Dorian? Vuelve a tocar el Nocturno. Mira

               la enorme luna de color miel suspendida en el aire oscuro. Está esperando a
               que la hechices y, si tocas, se acercará más a la tierra. ¿No? Vayamos al club,
               entonces.  Ha  sido  una  tarde  deliciosa  y  debemos  acabarla  deliciosamente.
               Hay alguien en el club que arde en deseos de conocerte. El joven lord Poole,

               hijo mayor de Bournmouth. Ya ha copiado tus corbatas, y me ha rogado que
               os presentase. Es encantador y me recuerda mucho a ti.
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                    —Espero  que  no  —dijo  Dorian  con  un  deje  de  patetismo  en  la  voz—.
               Estoy cansado esta  noche, Harry.  No voy  a ir  al club.  Son casi  las once y

               quiero acostarme pronto.




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