Page 262 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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tiempo estos mismos centros minorasiáticos se convirtieron en la punta
de lanza de la medicina científica. Quiero recordar para este aspecto la
magnífica novela de F.König, de cuyas dos primeras partes hay traduc
ción española, La llamada de la carne, que recrea la vida de Apolonio,
Filagrio, Sorano de Éfeso y otros médicos importantes del siglo I-II
d.C. en el escenario de los santuarios de Asclepio.
Símbolos asclepíadas
Los símbolos que identifican a Asclepio son: la serpiente enroscada
a un bastón; y también pifias, coronas de laurel, y más raramente una
cabra o un perro; éste último asociado sin duda, como hace nuestro
artista, con el mundo infernal, en la figura mitológica del Cerbero, el
«perro del Hades», uno de los monstruos que en las puertas del infierno
impedía que entraran los vivos y que salieran de él los muertos. La
relación de las divinidades-mágicas con los perros y el mundo infernal
es una constante mitológica. Por ejemplo es símbolo de la demoníaca,
triforme y terrible Hécate.
Aunque en los relatos mitológicos Cerbero es un monstruo formado
por tres cabezas de perro, cuya cola es una serpiente, en la plástica
antigua es representado simplemente como un perro común, eso sí de
aspecto especialmente fiero, que es la opción elegida en este caso por
Nikola Dimitrov, si bien esta cabeza canina, excepcionalmente denta
da y con las fauces entreabiertas, sugiere de lejos la imagen de una
cabeza de cocodrilo. En el grabado, Cerbero, en posición inversa, acom
paña sin duda al personaje que recibe de Asclepio la copa del fármaco,
este enfermo de rostro impasible, de músculos desnudos, anatomizados
como en los estudios de disección leonardescos, que en un vuelo, baile
celeste y trágico, intenta atrapar la copa que lo haga sanar a las mismas
puertas del Hades.
La imaginación y la originalidad del pintor es capaz de mostramos,
pues, en esta escena, el último milagro, o mejor el último acto médico
de Asclepio en la misma boca del Infierno hacia donde él irremediable
mente se dirige, y a donde va también ese personaje flotante, enfermo,
desalmado ya, vigilado estrechamente por el Perro. Me parece particu
larmente sublime en la imagen, la tensión de las manos de los dos per
sonajes principales: las manos del dios en su apoteosis celeste, en su