Page 267 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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EROS, EL AURIGA DEL ALMA
Una pátera parisina
En los primeros días de diciembre de 1999 tuve la ocasión de ver en
París, en la Galerie Blondel-Deroyan, en la céntrica rue de Lille, una
pequeña muestra anticuaría de tapices y alfombras, completada por
algunas interesantes piezas de arqueología. Entre estas últimas llamó
poderosamente mi atención un pequeño bronce, evidentemente dete
riorado e incompleto, pero singular y hermoso. La figura conserva lo
esencial de su motivo iconográfico, a modo de un relieve pronunciado.
Se trata de una fálera circular cuyo diámetro se puede calcular en 8
- 8,5 centímetros. En el centro, ocupando prácticamente todo el espa
cio, se sitúa en primerísimo plano la composición que nos interesa: un
Eros/Cupido conduciendo un tiro de dos caballos (bigd).
El carro apenas está dibujado, y sobre su borde se yergue la figura
del auriga: Eros alado desnudo, cuya mano derecha, aunque no se des
pega del cuerpo, hace el ademán de sujetar una rienda. Pero es un efec
to óptico, ya que los caballos que conduce no llevan brida ni cabezada.
Por todo jaez los caballos muestran en lo alto de la cabeza, entre las
orejas erguidas, penachos de plumas.
Las figuras de los caballos, a la carrera, no se ofrecen completas al
espectador, sino sólo su medio cuerpo delantero. Las cabezas, las patas,
el giro de los cuellos, buscan deliberadamente la simetría e incluso una
perspectiva tridimensional, pues la mirada de los caballos y del Eros
auriga parecen converger en un punto único, elevado en el espacio,
delante de toda la composición, como si ese vértice abstracto fuera el
punto de destino de la carrera divina.