Page 37 - El garbanzo verde nº5

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Sin abandonar, país, causa, ni año, pasamos a
escuchar canciones escritas y cantadas por
afroamericanos, colectivo cuya subalternidad,
por desgracia, no cambió radicalmente tras la
ley de derecho civil de 1964 que ilegalizaba la
segregación racial. Es año, por otro lado, vieron
la luz tanto A change is gonna come de Sam
Cooke, como Missisippi Goddam de Nina
Simone y ambas canciones en conjunto
constituyen un díptico muy representativo de la
escisión que a lo largo de la década se
produciría dentro del activismo negro. Así, si la
de balada de Cooke rezuma esperanza y
sanación, el piano martilleante de Simone,
inspirada en los atentados contra una iglesia
baptista de Alabama saldados con la muerte de
cuatro niños, escupe rabia y deseperación. En
Cooke escuchamos la plegaria señorial de
Martin Luther King; en Simone la ira
incendiaria de Malcolm X.
Y mientras lo episodios de violencia racial
continuaban sucedíendose a lo largo y ancho del
país, el presidente Johnson decidió intervenir
El garbanzo verde
militarmente contra Vietnam del Norte,
embarcándose en una larga guerra que dejaría
un balance de 60.000 soldados americanos
muertos y más de un millón de vietnamitas. La
intervención, por otro lado, contó con la
oposición de buena parte de la juventud
estadounidense, especialmente en el ámbito
estudiantil, siendo el campus de la universidad
de Berkeley el epicentro de la lucha. Y sin
embargo en Fortunate Son (1969) de The
Credence Clearwater Revival es la perspectiva
proletaria la que vehícula la protesta
antibelicista, como pudimos comprobar al
desgranar una letra que subraya la suerte dispar
que distingue a los privilegiados de los
desfavorecidos. De similar inspiración aunque
de espíritu opuesto, Street Fighting Man de los
Rolling Stones, ejemplifica la estetización del
activismo político a la que sucumbió parte de la
juventud universitaria occidental en un año tan
agitado como 1968.