Page 103 - Lo Inevitable del Amor
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sabido disimular. Mentir, sí. Si planeo una mentira, es muy difícil pillarme, en eso
soy una especialista. Pero cosa distinta es fingir en el momento que algo te
ocurre, disimular si algo te molesta. Recuerdo a mi madre decirme siempre:
« ¡Ya se ha puesto la niña mohína!» , así con esa especie de tristeza que me
entraba cuando no se me cumplían las expectativas. Yo siempre he sido muy
sensible y, cuando pasa eso, me entran ganas de llorar.
—¿Qué tal tu madre? —me pregunta después de haber pedido la cena.
—Pues mal. ¿Cómo quieres que esté mi madre?
—¡Sí, llevas razón!
—Entonces, ¿para qué preguntas?
Para evitar llorar sólo puedo enfadarme con quien tengo enfrente, como
acabo de hacer en este momento. No sé hacerlo de otra forma, o me pongo triste
o me pongo borde. Eugenio se da cuenta, se nota que me conoce, así que no se
enfada, a pesar del corte que le acabo de dar.
—¡Lo siento! —le digo—. Es que no me apetece mucho hablar de mi madre.
Me pongo muy triste.
—Tranquila, es normal.
—¡Cuéntame tú! ¿Qué ha pasado con Clara?
—Pues que fue un error irnos juntos a Nueva York.
—Si te soy sincera, ella me encantó —le confieso.
—Es maravillosa, pero no podía salir bien. Fue todo muy precipitado.
—Reconozco que me puse un poco celosa cuando os fuisteis.
—Ya lo sé.
—¿Cómo?
—No sabes disimular.
—¡Qué cabrón! —le digo riéndome.
Clara nos sirve para hablar de la crisis, del sufrimiento de tanta gente y de
que es posible que vayamos hacia un tiempo distinto. El cambio de Puente
también tiene que ver con ese cambio social que estamos viviendo. Hacerles
casas a ricos es algo que cada vez me interesa menos. Hablamos del futuro del
estudio, del futuro del país, del futuro de la gente a la que esta crisis va a dejar en
la cuneta. Y la cena se va acabando y la noche se nos va y yo estoy con mi
espalda al aire, mis labios rojos y mi futuro incierto.
—Antes no te dije la verdad —dice Eugenio de repente.
—¿A qué te refieres?
—A que sí tenía que decirte algo.
—¿Y por qué no me lo dices?
—Porque tengo miedo.
—¿Miedo…? ¿De mí? —pregunto sorprendida.
—He estado pensando que voy a dejar Puente.
—¿Qué? —paso de sorprendida a atónita.