Page 95 - Lo Inevitable del Amor
P. 95

antigüedad y su sueldo, si nos demanda puede salirnos muy caro. Aquí ya sabe
      todo el mundo que Óscar y yo estamos separados, algo que no me importaría lo
      más mínimo si no fuera porque la gente cree que se trata sólo de un asunto de
      cuernos. Eso sí, ya le he dicho al abogado que no se preocupe porque Óscar no
      nos  va  a  demandar.  Si  lo  hace,  el  denunciado  será  él,  así  que  se  va  a  estar
      quietecito.
        He tranquilizado a los abogados y he ordenado que le paguen hasta el último
      día  que  trabajó,  pero  nada  de  indemnización.  Ni  un  euro.  Ahora  no  para  de
      llamarme y de enviarme mensajes, pero yo no pienso hablar con él. Son muchas
      cosas  las  que  he  de  rehacer  en  mi  vida,  pero  hay  una  que  tengo  muy  clara.
      Después de lo que ha pasado, Óscar no puede estar en ella.
      La  mudanza  de  los  muebles  de  Gene  la  vamos  a  hacer  por  barco.  También
      podría  hacerse  por  avión,  pero  es  demasiado  caro  y  no  merece  la  pena.  Por
      barco tarda en llegar seis semanas, tiempo que aprovecharemos para rematar la
      casa. Eugenio lo ha organizado todo desde allí y mañana mismo volverá junto a
      Clara a Madrid. He pensado estos días en ellos juntos en Nueva York y me he
      puesto celosa. A veces sigo pareciendo una adolescente, porque tener yo celos
      ahora con la que tengo encima no deja de ser un poco absurdo. No es ni normal
      ni maduro.
        El otro día tuve un sueño. Yo había diseñado una urbanización en la que había
      construido dos casas. Una la habían sacado en varias revistas de arquitectura por
      su  espectacularidad.  Era  una  maravilla,  con  espacios  muy  abiertos,  techos
      altísimos,  salones  a  doble  altura  y  un  gran  jardín  con  una  piscina  hecha  de
      espejos.  En  esa  casa  estábamos  organizando  una  fiesta  muy  divertida  con  un
      montón de invitados, todos sorprendidos por la belleza de la construcción, de la
      que hablaban maravillas. Yo estaba feliz mostrándola, enseñando cada detalle y
      todos admiraban mi obra.
        La otra casa era distinta, no la recuerdo bien porque apenas salía en el sueño.
      Creo que no era tan bonita, pero me parece que dentro estaban las niñas y mi
      madre. Hay un momento en el que abandoné la fiesta para ir hacia la otra casa y
      cuando estaba a punto de entrar, me desperté. Estoy dándole vueltas al sueño y
      cuando venga al caso se lo voy a contar a Rosario para que me lo interprete, que
      para eso es mi psicólogo.
   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100