Page 94 - Lo Inevitable del Amor
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—¿Pero qué dices? —me corrige Eugenio un poco enfadado.
        —¿Sabes  qué  te  digo?  —se  rehace  Clara—.  Que  sí.  Que  me  voy  contigo.
      Dentro de una semana ya veré qué hago. Una oportunidad así no creo que pueda
      tenerla en mucho tiempo.
        —¡Pues brindemos! —se exalta Eugenio.
        —¡Por Nueva York!

      En  las  dos  sesiones  que  he  tenido  con  Rosario  hasta  ahora  hemos  acabado
      discutiendo. Bueno, él no. Ése es el problema, que no se inmuta. Que se empeña
      en hablar de mí cuando yo era pequeña, que si mi madre, que si Antonio, que si
      la ausencia del padre… y yo le digo que eso no tiene nada que ver con lo que me
      pasa y él a lo suyo. Yo creo que este psicólogo a mí no termina de entenderme.
      Cree  que  yo  soy  una  neurótica  al  uso  y  me  suelta  el  mismo  discurso  que  a
      cualquiera.  Ya  lo  había  visto  en  algunas  pelis  de  Woody  Allen  y  ahora
      comprendo lo que quería decir.
        El caso es que Rosario me desespera un poco. Él coge un camino y no lo
      suelta.  Me  pregunta  por  una  cosa,  yo  se  la  cuento  y  él  me  hace  preguntas
      rarísimas  que  no  tienen  nada  que  ver  con  lo  que  yo  le  he  contado.
      Definitivamente, no me entiende. Otro empeño que tiene es que yo le hable de
      Óscar y yo de Óscar no quiero hablar. Eso sí, reconozco que cuando habla de
      Carla y Julia todo tiene más sentido. Por eso voy a seguir. Ellas están mejor y eso
      es lo importante. Necesitan venir y más ahora con su padre fuera de casa.
        —¿Han establecido ya un régimen de visitas?
        —El que diga el juez en su momento. Yo con ese señor no voy a hablar nunca
      más.
        —María,  suele  ser  beneficioso  en  un  proceso  de  separación  llegar  a  un
      acuerdo amistoso.
        —Eso es imposible.
        —Puede hacer lo que le dé la gana, simplemente reflejo que sería por el bien
      de las niñas.
        —Por el bien de las niñas es posible que lo mejor sea que no lo vuelvan a ver.
        —Él es su padre.
        —Él es una mala persona.
        —¿Usted cree? —me pregunta.
        —¿Qué pregunta es ésa? —me desespero—. Ya le he contado lo que me ha
      hecho.
      Los abogados del estudio me aconsejan que tenga cuidado al despedir a Óscar.
      Para ellos no existen motivos para que sea un despido procedente, así que, con su
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