Page 214 - Abrázame Fuerte
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Las Princess han quedado en el parque. Ana, Bea y Estela se han citado un poco
      antes de que llegue Silvia, para ponerse al día de lo sucedido. Han escondido sus
      mochilas detrás de unos matorrales para darle una sorpresa.
        La cuarta Princess aparece con cara larga. Sus amigas tienen sentimientos
      encontrados: por un lado están contentas por lo de la fiesta de pijamas pero, por
      el otro, al ver el ánimo de Silvia, su entusiasmo decae.
        Pasan las dos horas siguientes sentadas en su banco escuchando atentamente
      a Silvia relatar su historia. Cuando ésta acaba, se abre un debate en torno a los
      chicos. Silvia, que al contar su noche con Nacho ha pasado por todos los estados
      posibles (el de incredulidad: « ¡Y va y me dice que no hay ningún concierto!» ; el
      de espanto: « Y yo corría y corría porque ¡pensaba que me iba a hacer algo!» , y
      el de rabia: « ¡Que se vayan todos a tomar por…!» ), acaba incluso por reírse de
      sí misma.
        —¡Tendría que haberme ido con ese rapero feo con los pantalones caídos! Al
      lado de Nacho era de lo más romántico…, y, además, por nuestro aniversario
      ¡seguro  que  me  regalaría  un  collar  con  un  dólar  super  molón  con  varios
      brillantes!
        Las Princess sonríen. Parece que, poco a poco, y tras compartir las penas con
      las amigas, el ambiente se ha distendido. Es entonces cuando Ana aprovecha:
        —Silvia… ¡Te hemos preparado una sorpresa!
        —¿Ah, sí? ¿Cuál?
        —Cierra los ojos. —Silvia sigue las órdenes de Ana que, alzando las cejas y
      dirigiendo  la  mirada  hacia  las  mochilas,  da  a  entender  a  sus  amigas  que  las
      saquen de su escondite. Estela se levanta del banco y las lleva.
        —¡Ya puedes abrir los ojos! —dice Ana, sonriente.
        Silvia los abre y ve las tres bolsas ante ella.
        —¿Queréis ir a la biblioteca en domingo?
        —Noooooo… —dice Estela—. ¡Esta noche hay fiesta de pijamas en tu casa!
        —¡Tenemos permiso! —exclama Bea mientras Ana afirma con la cabeza.
        —¿Y la mía? ¿Os habéis olvidado de la mía? —pregunta Silvia preocupada.
        —¡Todo arreglado! —la tranquiliza Ana contentísima—. ¡Tu madre también
      lo sabe!
        Silvia está tan contenta que suelta alguna que otra lágrima. ¡Es precisamente
      lo que necesitaba! Ana la abraza, después Estela se les une y al final Bea cierra
      sus brazos alrededor de todas.
        « ¡Tengo las mejores amigas!» , piensa Silvia, feliz.
      Poco después
      Silvia y sus amigas llegan a casa. La madre de la primera ha hecho bocadillos
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