Page 244 - Abrázame Fuerte
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quiere hacer daño a sus seres queridos.
Son las once de la mañana en punto y le suena la alarma del móvil. La apaga.
De alguna manera le viene bien que haya sonado, así se despierta de la
ensoñación en la que estaba sumergida. Cuando te gusta una persona y piensas en
ella es como soñar y, a veces, ¡cuesta mucho salir de ese sueño cuando ya estás
despierto!
« ¡Manos a la fiesta!» . Lo primero es lo primero. Ducha, desayuno y puesta
a punto. Sobre las doce llamará a Bea. Tiene la intención de quedar con ella en el
parque a las cinco, charlar de cosas intrascendentes sin tocar el tema del
cumpleaños e ir a tomar algo al Piccolino con cualquier excusa. Esa idea le
encanta. « ¡Bea alucinará!» .
En ese mismo instante
Bea ha llegado a casa. Se da una ducha y, mientras se seca el pelo, oye a sus
padres levantarse de la cama. Sale del baño y se viste en la habitación. Su familia
no es como la de Silvia. Ellos no hacen vida en la cocina porque no hay
demasiado espacio. La familia Romero suele reunirse en el comedor. Y ahí es
donde Bea encuentra a sus padres al salir de la habitación: su padre lee el diario
con una taza de café en la mano y su madre, una novela superventas de esas que
le encantan de más de cuatrocientas páginas. Ambos van aún en pijama.
Al verla, Lucía, su madre, se levanta amorosa y le susurra al oído:
—Feliz cumpleaños, hija. —Está emocionada. ¡Su hija se hace mayor! Con
los ojos llorosos, la abraza con todo el amor del mundo.
El padre deja el periódico un instante para levantarse y abrazar también a su
pequeña.
—Feliz cumpleaños, mujercita.
La chica sonríe y les da las gracias.
Sus padres cruzan una mirada cómplice. Lucía abre uno de los armarios del
comedor y saca una caja envuelta en papel de regalo. Bea sonríe.
—¿Qué es? —pregunta.
—Ábrelo… —responde su padre, con una mirada enigmática.
Bea examina la caja. No pesa mucho y no es muy grande. Está envuelta en
un papel de flores de colores. Sus padres observan con ilusión cómo abre el
paquete Bea, con mucha parsimonia y sin romper el papel de regalo.
—¡Un móvil! —exclama Bea sorprendida.
—Con conexión a Internet… —comenta su padre, orgulloso—. ¿Es el que
querías?
Bea no tiene palabras. El móvil es de los mejores que hay en el mercado.
—Hemos pensado que te iría bien…