Page 249 - Abrázame Fuerte
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—¡Un momento todo el mundo, por favor! —Ana se sube a una silla para
dirigir al personal—. Falta poco para que llegue Bea. Quiero que alguien vigile en
la puerta para que avise al resto cuando la vea llegar. ¡Tenemos que estar
preparados! Y con las máscaras puestas. Que ella no sepa quiénes somos.
Cuando el de la puerta dé el aviso, apagaremos las luces y, cuando entre, las
abriremos y gritaremos: « ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CENICIENTA!» . A ver…
¿Hacemos un ensayo? Una, dos y… ¡tres!
Todo el bar exclama al unísono: « ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CENICIENTA!» .
—¡Perfecto! Ahora sólo queda esperar. ¡Atentos!, ¿vale?
Ana baja de la silla, se oyen los murmullos de la gente, ansiosa para que
empiece todo. Sergio y Silvia ponen algunas mesas en línea y colocan el pica-
pica que va llevando la gente. Patatas fritas, aceitunas, sándwiches, tortillas de
patatas, croquetas, un pastel de chuches…
Entonces Silvia recibe una llamada al móvil. Son las cinco y cincuenta y
cinco de la tarde. ¡Es la madre de Bea!
—¡Silencio todo el mundo! —Silvia alza la voz y la gente baja el volumen—.
¿Sí? Dime… ¿qué…? ¿Dónde está el bar? Pues cerca de la plaza. Llegas a la plaza
y lo buscas… Se llama Piccolino… ¡Picholino no! PIC-CO-LI-NO. —David y
Miguel miran a Silvia y se ríen—. ¿Qué? Un segundo…, pero ¿dónde estás? ¿En la
calle? ¿Y Bea? ¿Contigo? Bueno… De acuerdo… Hasta ahora.
Silvia cuelga el teléfono, algo seria.
—¿Qué pasa? —pregunta Ana.
—No lo sé…, pero la madre de Bea me ha llamado, y ¡tenía a Bea al lado!
Para mí que se ha enterado de lo de la fiesta… La mujer hablaba, y ha dicho mi
nombre, y la palabra « fiesta» … ¡Vaya fiasco!
—A estas alturas, ya es tonto preocuparse, Silvia —la consuela Ana.
—Dice que tardan cinco minutos —comenta su amiga.
—Muy bien. ¡GENTE! —Ana vuelve a tomar el mando—. ¡TODOS
PREPARADOS Y A SUS PUESTOS! ¡LUCES CERRADAS! ¡NO VALE
TOCARSE! —Eso provoca una gran risotada por todo el local—. ¡BEA ESTÁ AL
CAER!