Page 250 - Abrázame Fuerte
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Capítulo 36
En amor se transforma cuanto hacemos
todo lo que tocamos y sentimos,
lo que soñamos y lo que vivimos,
cuando nos vemos, cuando no nos vemos.
Ebrios de amor las alas y los remos
sólo para esas horas existimos,
abrazando los ramos, los racimos,
lo que tenemos, lo que no tenemos.
JESÚS LIZANO
Tarde de domingo sorpresa
El bar Piccolino está a oscuras, y hay por lo menos cuarenta y cinco personas
dentro. Todos esperan la llegada de Bea. Al principio la oscuridad se llena de
voces anónimas de los compañeros que buscan un lugar donde esconderse.
Algunos lo hacen debajo de las mesas. La mayoría se limita a agacharse. El
dueño del bar ha dejado que algunos se escondan detrás de la barra. Al señor,
que está junto a los contadores de luz para darle al interruptor cuando le den la
orden, le divierte mucho la excitación de los jóvenes, las risas y los susurros.
David, que está junto a Ana, aprovecha el jolgorio para darle un largo y
amoroso beso. Sergio y Silvia se encuentran en una esquinita en la otra punta del
local, rodeados de gente que los apretuja. Sin que ellos hayan podido evitarlo, han
acabado situados uno frente al otro, pegados pecho con pecho.
Ambos comparten un silencio tímido, pues ninguno de los dos hace nada para
rectificar la situación. La nariz de Silvia roza el pecho de Sergio. Puede notar
cómo le late el corazón, a toda prisa. Le encanta cómo huele, y no puede evitar
volver a fantasear con lo que pasaría si ella alzara el rostro unos pocos
centímetros y él, por el contrario, bajara el suyo y la besara. Imaginar que de
pronto él la abraza muy fuerte. ¡Qué ganas tiene de recibir su abrazo y un beso
de amor!