Page 246 - Abrázame Fuerte
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mañana para aprendérsela.
Marcos la toca una y otra vez, pero la chica no es capaz de memorizarla. Está
tan nerviosa y tensa que incluso, en algunos momentos, desafina. Para cantar es
necesario estar tranquila y relajada, y Estela, ahora, es la antítesis de eso.
—No sé si puedo, Marcos… —se lamenta ella, parando a media canción.
—¡Pero si es muy fácil!
—¡Ya lo sé! —suspira la chica—. Intentémoslo de nuevo.
Marcos vuelve a tocar.
—Tendrías que haber entrado hace rato… —Él deja de rasgar la guitarra.
—¡Ay! ¡Lo sé! No me sale… —La chica se levanta de la silla y da una vuelta
sobre sí misma, como si buscara algo en la habitación del chico. El muchacho la
observa tranquilo. Comparado con Estela, él no está nervioso. Aunque también
sienta el estómago revuelto, al lado de ella parece un monje zen.
—Tranquilízate. Créeme, así no saldrá bien… Estás pensando más en el rollo
de la tele que en cantar conmigo.
—Tienes razón, pero ¡no sé cómo concentrarme!
La chica suspira, pone los brazos en jarras y se queda mirando a Marcos. Es
como si le pidiese: « Oye, Marcos, toma tú el timón, porque yo no controlo este
barco» . Marcos la mira fijamente y, de repente, exclama:
—¡Atreyu! ¡Ven! —El perro aparece corriendo y se planta delante de su
dueño, moviendo la cola. El chico se dirige a su mascota—: ¿Quieres ir a dar un
paseo? ¿Vamos? ¿Sí? ¡Éste es mi Atreyu!
El perro ladra.
—¿Quieres ir a dar un paseo con Atreyu AHORA? —Estela se muestra algo
furiosa.
—¿Por qué no? Ambos estamos tensos, y nos vendrá bien tomar algo de aire.
—Lo que nos vendrá bien es ensayar.
—¿De qué sirve ensayar si no eres capaz ni de entrar cuando toca?
—Oye, no te pases…
—Estás nerviosa. Tranquilízate. —Marcos no sabe lo que acaba de decir…
—¿Que me tranquilice? ¡Que me tranquilice, dice el tío…! —Estela habla
para sus adentros—. Tenemos que tocar una canción y ¿me dices que me
tranquilice?
—¡Cálmate, por favor! Sólo te pido que vayamos a pasear a Atreyu un cuarto
de hora para relajarnos un poco. Y luego volvemos a ensayar. Eso es todo.
—Yo no voy, Marcos. Esto no me parece profesional. —Estela se subleva.
—¿Profesional? ¿Desde cuándo es esto profesional? ¡Dímelo!
El chico ha dado en la diana. Estela enmudece; quiere responder algo pero no
le sale. En realidad tiene miedo. Miedo de que todo salga mal. Miedo de que a la
gente no le guste. ¡Ha soñado tanto con ese momento! Marcos se acerca a ella
para consolarla. Estela está llorosa y balbucea.