Page 132 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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LA ACTITUD COMO FACTOR CLAVE EN LA SALUD


                 A lo largo de estas páginas hemos hablado de la importancia de nuestros pensamientos
              en el estado de ánimo, en la interpretación de la realidad y en la salud.
                 Una  actitud  adecuada  y  sana  puede  ser  la  medicina  natural  más  poderosa  a  nuestro
              alcance, y quizá la menos tenida en cuenta. En seis años de carrera de Medicina, no se
              dedica apenas un apartado a este tema. Pese a ello los médicos somos muy conscientes
              de  la  importancia  de  la  actitud  del  paciente  en  su  pronóstico.  Los  datos  clínicos
              manifiestan que los sentimientos positivos y el apoyo emocional de las personas cercanas
              —familiares, amigos e incluso los profesionales de la salud implicados en su tratamiento
              — poseen un poder curativo incuestionable. Por otro lado, lo que uno siente, percibe o
              cree puede ser tan relevante como la dieta o los hábitos a la hora de enfrentarse a, por
              ejemplo, una enfermedad coronaria.
                 Friedman y Rosenman llevaron a cabo un estudio con tres mil quinientos hombres a lo
              largo  de  diez  años.  Primero  dividieron  a  los  sujetos  en  dos  grupos:  los  del  tipo  A
              comprendían  los  de  caracteres  más  rígidos,  impacientes  o  cronopáticos;  los  del  tipo  B
              eran más relajados y tranquilos. Tras esa clasificación preliminar, investigaron la salud de
              los sujetos, si fumaban o no, cuánto ejercicio físico realizaban, midieron sus niveles de
              colesterol  en  sangre  y  analizaron  su  dieta.  A  continuación,  esperaron  a  ver  cómo
              evolucionaban  los  sujetos.  En  diez  años,  más  de  doscientos  cincuenta  de  los  sujetos
              sanos físicamente padecieron un ataque cardiaco. Resultó que los datos basados en su
              dieta  y  en  su  actividad  física  no  sirvieron  para  predecir  los  resultados.  El  único  dato
              capaz  de  predecir  lo  que  iba  a  suceder,  el  único  dato  con  valor  diagnóstico,  fue  la
              clasificación  previa  en  función  a  su  disposición  mental.  Los  sujetos  clasificados  como
              tipo  A  tuvieron  una  incidencia  de  ataques  cardiacos  tres  veces  mayor  a  los  de  tipo  B,
              independientemente del tabaquismo, su dieta y del ejercicio que llevaran a cabo.


































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