Page 134 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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Como sabemos, el cortisol genera inflamación liberando sustancias —prostaglandinas,
citoquinas…— y es activado por situaciones de estrés crónico. Por otra parte, los
tumores son un conjunto de células malignas que se asientan y crecen en alguna zona del
cuerpo. En el cáncer, cuando el tumor está instalado, el sistema inmunológico —las
defensas del cuerpo— deja de atacar al tumor y «se pone de parte de él».
Por ejemplo, los macrófagos —un subtipo de glóbulo blanco— son los que se
encargan de fagocitar el material extraño del cuerpo. Forman parte de la respuesta innata
del sistema de defensa del organismo. En el caso del cáncer dejan de actuar y «trabajan»
para el tumor. Se produce una autoagresión del propio sistema inmunológico contra el
cuerpo.
En el cuerpo existen entre cinco billones y doscientos trillones de células dependiendo
del ser humano —edad, sexo…—. El entorno de la célula es la sangre. La composición
de esta es determinante para el destino de las células. ¿Quién controla la sangre? Lo
hemos ido revisando en capítulos anteriores: el sistema neurohormonal es clave. Se ha
investigado un dato curioso: si llevo la célula a un entorno tóxico, enferma. Si la rodeo de
un entorno sano, sana. Tanto el entorno de las células como la información que reciben
las membranas juega un papel fundamental.
Del mismo modo que le ocurre a nuestras células, si una persona —conjunto
de células y, por supuesto, ¡de algo más!— frecuenta un entorno tóxico,
bien sean personas, ambiente o circunstancias adversas, enferma.
¡Cuidado! Si a pesar de estar en un ambiente sano, la mente lo interpreta como un
lugar de amenaza, se pondrá alerta y provocará los mismos cambios en el cuerpo y en la
composición de la sangre que si estuviera en el entorno más tóxico posible. No lo
olvidemos; la mente y el cuerpo no distinguen lo que es real de lo imaginario. Hay gente
que a pesar de tener un entorno y unas circunstancias más o menos normales, vive
constantemente en alerta. Esa gente por un enfoque inadecuado de su situación está
forzando a su cuerpo, física y psicológicamente, a una tensión perniciosa.
Si soy capaz de cambiar la manera en la que interpreto la realidad… la realidad
cambia. ¡La felicidad depende de la interpretación de la realidad que yo hago! Es
fundamental aceptar un cambio en mis creencias, sobre mí mismo —sin juzgarme con
tanta dureza— o sobre lo que me rodea. De ahí lo bueno de fomentar los pensamientos
positivos o incluso de recurrir al efecto placebo si poseen un efecto sobre mi mente y mi
cuerpo.
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