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ALIMENTACIÓN, INFLAMACIÓN Y CORTISOL


                 Algunos dicen que somos lo que comemos. Yo soy más partidaria del «somos lo que
              sentimos, pensamos y amamos», pero soy consciente de que la alimentación posee un rol
              fundamental en la salud. Sabemos que algunos alimentos tienen una relación importante
              con  enfermedades  graves,  como  puede  ser  el  cáncer,  y,  por  lo  tanto,  no  es  algo  que
              debamos  desdeñar.  En  los  últimos  años  los  hábitos  de  alimentación  se  han  modificado
              ostensiblemente.  En  la  actualidad,  según  los  datos  que  manejan  los  especialistas  en
              nutrición,  nuestro  organismo  ingiere  un  30  por  100  más  de  alimentos  proinflamatorios
              que hace unos años.
                 Las personas con inflamación crónica poseen niveles por debajo de lo recomendable
              de  algunas  vitaminas  —D,  E  y  C—  y  de  niveles  de  omega  3.  Por  otra  parte,  la
              inflamación persistente altera la barrera intestinal promoviendo una mayor permeabilidad
              a  ciertas  sustancias.  Esto  termina  perjudicando  al  sistema  inmune,  pudiendo  acabar  en
              molestias y reacciones negativas tras ingerir algunos alimentos.
                 Los alimentos que activan la inflamación tienen enorme relación con la liberación de
              insulina por parte del páncreas. Entre estos «sospechosos habituales» nos encontramos el
              alcohol  —sobre  todo  a  dosis  altas—,  grasas  saturadas,  bebidas  azucaradas  y  harinas
              refinadas, especialmente de las empleadas en bollería industrial.
                 Cuidado  con  la  CRI,  la  «comida  rápida  inflamatoria».Según  un  estudio  publicado
              recientemente en Harvard, las mujeres con alimentación rica en productos inflamatorios
              —harinas blancas, grasas saturadas y trans, bebidas azucaradas y carnes rojas— tienen
              un riesgo un 41 por 100 mayor de padecer depresión. Hay que volver a los alimentos que
              tienen efecto antiinflamatorio como:


                   — El omega 3 (aparecerá detallado en el capítulo 8).
                   — Algunas especias como la cúrcuma, que posee un efecto antiinflamatorio potente.
                   — Los cítricos.
                   — La vitamina D. Cada vez existen más estudios que asocian depresión con bajos
                      niveles de vitamina D. Los psiquiatras estamos comenzando a evaluar los niveles
                      de  vitamina  D  en  pacientes  y  hemos  observado  una  mejoría  en  síntomas
                      depresivos tras el tratamiento con vitamina D.
                   —  La  cebolla,  el  puerro,  el  perejil,  el  laurel  y  el  romero.  De  hecho,  en  algunas
                      lesiones  de  pie  o  tobillo,  introducir  el  pie  en  agua  con  laurel  y  romero  aporta
                      buenos efectos para disminuir la inflamación.
















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