Page 62 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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¿PODEMOS CONSIDERAR LA DEPRESIÓN UNA ENFERMEDAD
                                         INFLAMATORIA DEL CEREBRO?


                 Tras todo lo que hemos leído ¡y comprendido! hasta ahora, sabemos que existe una
              relación importante  entre  la  inflamación,  especialmente la  crónica,  y  las  enfermedades.
              Pero  ¿qué  sucede  con  la  depresión?  ¿Qué  papel  juega  la  inflamación  en  los  procesos
              depresivos?
                 En  los  últimos  años  se  han  alzado  varias  voces  desde  el  mundo  de  la  ciencia  para
              explicar estas relaciones, lo que me resulta apasionante. En febrero del 2018, el equipo
              del doctor Meyer publicó en la prestigiosa revista Lancet la primera evidencia científica
              del  rol  de  la  inflamación  en  la  depresión.  Constató  tras  analizar  exhaustivamente
              imágenes —con técnica de emisión de positrones, PET, por sus siglas en inglés—, que
              personas que habían sufrido años de depresión mostraban alteraciones en el cerebro, con
              un  incremento  en  las  células  inflamatorias,  es  decir,  un  exceso  en  la  respuesta
              inmunitaria.
                 Por  otra  parte,  se  ha  observado  que  tras  administrar  algunos  fármacos
              inmunomoduladores,  como  puede  ser  el  interferón  α (INF-α)  para  el  tratamiento  de  la
              esclerosis  múltiple,  el  melanoma,  la  hepatitis  C  y  otras  enfermedades,  muchas  de  esas
              personas presentaban sintomatología depresiva de forma comórbida.
                 ¿Qué sucede con los niños que sufren violencia, traumas, heridas severas y bullying?
                 Estudios recientes (Cattaneo, 2015) sugieren que el estrés en la infancia —bullying,
              separación de los padres, abuso físico o psicológico…— provoca procesos inflamatorios
              que  pueden  hacer  a  los  niños  más  vulnerables  a  sufrir  trastornos  del  ánimo,  mayor
              vulnerabilidad e incluso provocar depresión en la edad adulta. Actualmente esto se puede
              «medir» en sangre. No olvidemos que uno de los principales problemas en el diagnóstico
              y tratamiento de la depresión es la falta de marcadores que permitan afrontarla de forma
              más personalizada y específica. Uno de los parámetros más fiables en este aspecto es la
              proteína C reactiva en sangre.




                 La proteína C reactiva (PCR) elevada en sangre está relacionada con falta de
                 energía, alteraciones del sueño y del apetito.



                 Es razonable que a los pacientes que no respondan a los antidepresivos conocidos se
              les  planteen  otras  alternativas.  Una  solución  puede  residir  en  medir  los  niveles  de
              marcadores inflamatorios como son la IL-6, el TNF-alfa y la PCR —proteína C reactiva
              —. Se sabe que pueden resultar marcadores fiables en el diagnóstico y seguimiento de la
              depresión: las personas con depresión poseen la proteína C reactiva casi un 50 por 100
              más elevada que el resto.







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