Page 258 - El Hobbit
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Las estrellas brillan más
        que las gemas incontables,
        y la luna es aún más clara,
        que los tesoros de plata,
        el fuego es más reluciente
        en el hogar a la noche,
        que el oro hundido en las minas.
        ¿Por qué ir de un lado a otro?
        ¡Oh! ¡Tra-la-la-valle!
        ¡Venid de vuelta al valle!
        ¿Adónde marcháis ahora
        regresando ya tan tarde?
        ¡Las aguas del río fluyen,
        y arden todas las estrellas!
        ¿Adónde marcháis cargados,
        tan tristes y temerosos?
        Los elfos y sus doncellas
        saludan a los cansados
        con un tra-la-la-valle,
        venid de vuelta al valle.
        ¡Tra-la-la-valle!
        ¡Fa-la-la-lalle!
        ¡Fa-la!
        Luego los elfos del valle salieron y les dieron la bienvenida, conduciéndolos a
      través  del  agua  hasta  la  casa  de  Elrond.  Allí  los  recibieron  con  afecto,  y  esa
      misma tarde hubo muchos oídos ansiosos que querían escuchar el relato de la
      aventura. Gandalf fue quien habló, ya que Bilbo se sentía fatigado y somnoliento.
      Bilbo conocía la mayor parte del relato, pues había participado en él, y además
      le había contado muchas cosas al mago en el camino, o en la casa de Beorn; pero
      algunas veces abría un ojo y escuchaba, cuando Gandalf contaba una parte de la
      historia de la que él aún no estaba enterado.
        Fue  así  como  supo  dónde  había  estado  Gandalf;  pues  alcanzó  a  oír  las
      palabras  del  mago  a  Elrond.  Parecía  que  Gandalf  había  asistido  a  un  gran
      concilio de los magos blancos, señores del saber tradicional y la magia buena; y
      que habían expulsado al fin al Nigromante de su oscuro dominio al sur del Bosque
      Negro.
        —Dentro  de  no  mucho  tiempo  —decía  Gandalf—,  el  Bosque  medrará  de
      algún modo. El Norte estará a salvo de ese horror por muchos años, espero. ¡Aun
      así, desearía que ya no estuviese en este mundo!
        —Sería bueno, en verdad —dijo Elrond—, pero temo que eso no ocurrirá en
      esta época del mundo, ni en muchas que vendrán después.
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