Page 254 - El Hobbit
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té es a las cuatro; ¡pero cualquiera de vosotros será bienvenido, a cualquier hora!
        Luego dio media vuelta y se alejó.

      La  hueste  élfica  estaba  en  marcha;  y  aunque  tristemente  disminuida,  todavía
      muchos iban alegres, pues ahora el mundo septentrional sería más feliz durante
      largos años. El dragón estaba muerto y los trasgos derrotados, y los corazones
      élficos miraban adelante, más allá del invierno hacia una primavera de alegría.
        Gandalf y Bilbo cabalgaban detrás del rey, y junto a ellos marchaba Beorn a
      grandes  pasos,  una  vez  más  en  forma  humana,  y  reía  y  cantaba  con  una  voz
      recia por el camino. Así fueron hasta aproximarse a los lindes del Bosque Negro,
      al norte del lugar donde nacía el Río del Bosque. Hicieron alto entonces, pues el
      mago y Bilbo no penetrarían en el bosque, aun cuando el rey les ofreció que se
      quedaran un tiempo. Se proponían marchar a lo largo del borde de la floresta, y
      circundar el extremo norte, internándose en el yermo que se extendía entre él y
      las  Montañas  Grises.  Era  un  largo  y  triste  camino,  pero  ahora  que  los  trasgos
      habían sido aplastados, les parecía más seguro que los espantosos senderos bajo
      los árboles. Además Beorn iría con ellos.
        —¡Adiós,  oh  Rey  Elfo!  —dijo  Gandalf—.  ¡Que  el  bosque  verde  sea  feliz
      mientras el mundo es todavía joven! ¡Y que sea feliz todo tu pueblo!
        —¡Adiós, oh Gandalf! —dijo el rey—. ¡Que siempre aparezcas donde más te
      necesiten y menos te esperen! ¡Cuantas más veces vengas a mis salones, tanto
      más me sentiré complacido!
        —¡Te  ruego  —dijo  Bilbo  tartamudeando,  y  apoyándose  en  un  pie—  que
      aceptes  este  presente!  —y  sacó  un  collar  de  plata  y  perlas  que  Dain  le  había
      dado al partir.
        —¿Cómo me he ganado este presente, oh hobbit? —dijo el rey.
        —Bueno… este… pensé —dijo Bilbo bastante confuso— que… algo tendría
      que  dar  por  tu…  este…  hospitalidad.  Quiero  decir  que  también  un  saqueador
      tiene sentimientos. He bebido mucho de tu vino y he comido mucho de tu pan.
        —Aceptaré tu presente, ¡oh Bilbo el Magnífico! —dijo el rey gravemente—.
      Y te nombro amigo del elfo y bienaventurado. ¡Que tu sombra nunca disminuya
      (o robarte sería demasiado fácil)! ¡Adiós!
        Luego  los  elfos  se  volvieron  hacia  el  Bosque,  y  Bilbo  emprendió  la  larga
      marcha hacia el hogar.
      Pasó  muchos  infortunios  y  aventuras  antes  de  estar  de  vuelta.  El  Yermo  era
      todavía el Yermo, y había allí otras cosas en aquellos días, además de trasgos;
      pero iba bien guiado y custodiado —el mago estaba con él, y Beorn lo acompañó
      una buena parte del camino— y nunca volvió a encontrarse en un apuro grave.
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